Los bancos solidarios
Las donaciones de sangre registradas el pasado año en Andalucía superaron las 250.000
La labor de los bancos de sangre puede parecer una actividad menor si se compara con los transplantes, las operaciones a corazón abierto o las intervenciones de cambio de sexo. Es un trabajo más silencioso y menos lucido, pero no menos importante ya que sin su soporte la actividad quirúrgica se bloquearía. El año pasado, en Andalucía, se registraron 250.000 donaciones de sangre, una cifra similar a la de 1999. La mayoría de los donantes fueron hombres de entre 18 y 30 años.
La importancia de los cinco centros regionales de transfusión sanguínea (CRTS) y de las donaciones la resume Isidro Prat, director del CTRS malagueño: 'La ciencia tira de la solidaridad y la solidaridad responde; sin estas personas la ciencia se paralizaría'. Esta generosidad permite a la comunidad ser autosuficiente en hemoderivados. Aunque cada centro regional intenta conseguir las reservas que demandan sus hospitales, los cinco forman una red autonómica que actúa como un banco único y sirve de respaldo para el resto. Andalucía casi nunca ha necesitado traer sangre de otras comunidades, en cambio la situación inversa sí se ha producido.
Según los datos de la Consejería de Salud, Sevilla es la provincia donde se registraron más donaciones el año pasado (54.132), seguida de Málaga (48.376), Granada (38.213) y Cádiz (32.252). Si se tiene en cuenta la tasa de donantes por cada mil habitantes el orden varía. Granada se situó a la cabeza con 47,29 por mil. Después se ubicaron Córdoba (38,83), Málaga (38,72) y Sevilla (31,74).
Los centros regionales nunca pueden bajar la guardia porque las exigencias de hemoderivados son estables. Durante todo el año, motivadas por la actividad quirúrgica programada y en verano porque aumentan las intervenciones de urgencia ya que la afluencia turística incrementa la población flotante, se mantiene el mismo ritmo de los trasplantes y se producen más accidentes de tráfico.
El perfil del donante es el de un hombre joven, de entre 18 y 30 años, con nivel cultural alto. De hecho, los puntos donde las unidades móviles consiguen más donaciones son las universidades. Pero no todos son jóvenes. De los 200.000 donantes activos, más del 10% son mayores de 51 años.
Es el caso de Jorge García Lahesa, de 56, empleado de un hotel en la capital malagueña, que tiene a sus espaldas un total de 118 donaciones. Su actitud solidaria no se debe a que haya tenido algún familiar enfermo: 'Lo hago porque sé que hace falta. Duele un poco el pinchazo, pero se respira profundamente y ya está. No hay una recompensa material, pero es una satisfacción moral saber que estás ayudando a personas que lo necesitan. Tan simple como eso'.
El problema es que los centros trabajan con un producto perecedero que además no puede comprarse con dinero como otros materiales utilizados en los centros sanitarios. Mantener ese equilibrio en las reservas no es fácil. La sangre dura 21 días, las plaquetas apenas cinco y el plasma más tiempo porque puede congelarse. Por eso los profesionales orientan las extracciones según qué hemoderivado se necesite. La labor de estos centros incluye además la sensibilización a favor de las donaciones, ya que de ellas depende su materia prima. A tenor de los datos, en este campo se han dado grandes pasos. En los últimos 10 años, la actividad ha crecido en torno a un 150%.
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