Aznar se reunirá con Jospin para arreglar sus desacuerdos económicos

A esos desaires se suma otro más, el que Francia 'se cargara' la liberalización de la energía en la última cumbre de la UE.

La exclusión de Alstom del contrato para los trenes de alta velocidad Madrid-Barcelona se produjo cuando el Ministerio francés del Interior ya había decidido organizar una brigada especial contra ETA. Los refuerzos policiales estaban estudiados en París incluso antes del viaje del número dos del Gobierno español, Mariano Rajoy, por más que el anuncio de la medida se retrasara hasta su visita a París del pasado día 2. Esto se suma a otros planes puestos en marcha en agosto de 2000.

Pero la colaboración antiterrorista es prácticamente el único aspecto en el que no se han enfriado las relaciones entre los Gobiernos de España y Francia. En todo lo demás, el catálogo de problemas va en aumento:

Pirineos. Desde hace años se intenta avanzar hacia una inversión clave, que consiste en construir un túnel que atraviese los Pirineos por su parte central a fin de descongestionar el tráfico en los dos extremos de la cadena montañosa (Irún y La Jonquera). Tanto si se decide un enlace por autopista, como quieren los españoles, como si se trata de un túnel ferroviario con embarque de camiones sobre trenes -versión francesa-, esa infraestructura es importante para eliminar cuellos de botella.

Todo estaba listo para una reunión entre los ministros de Transporte respectivos, Francisco Álvarez Cascos y Jean-Claude Gayssot, el 7 y 8 de febrero, que fue cancelada a última hora. Una semana antes se había dado vía libre a la construcción de un túnel de 52 kilómetros de largo para atravesar los Alpes con una línea ferroviaria de alta velocidad, que unirá Lyón y Turín (Italia). De modo que un túnel acordado desde los tiempos de José Borrell en el Ministerio de Transportes permanece parado, mientras Francia da prioridad al de los Alpes, azuzada por la reciente catástrofe en el túnel del Mont-Blanc.

Más baches. La línea París-Marsella de alta velocidad entrará en servicio este verano, pero el punto más próximo a la frontera quedará todavía a 200 kilómetros. España tiene que definir la suya desde Barcelona al Pirineo, pero la prioridad francesa a la de Lyón-Turín reduce aún más las posibilidades del enlace hispano-francés.

Tampoco es pequeño para España su problema como 'isla eléctrica', porque Francia mantiene bloqueados los proyectos de nuevos tendidos transfronterizos para el transporte de energía, alegando su impacto medioambiental. España necesita exportar energía, pero también le conviene que se instalen capacidades para poder importarla, tanto para prever periodos de sequía, como por los precios más baratos en Francia.

Un viaducto menos. Los grupos españoles Ferrovial y Acciona controlaban uno de los consorcios que aspiraban a la adjudicación del viaducto de Millau, un punto negro en la red de autopistas francesas del centro de Francia. Pero la adjudicación (50.000 millones de pesetas) ha recaído en Eiffage / Fougerolles, un grupo francés que tuvo problemas en el pasado.

Comercio en alza. Esta sucesión de malas noticias se produce en un momento en el que Francia vende a España cada vez más. En enero, las compras españolas representaron un 9,9% del total de las exportaciones francesas, contra un 8,8% en diciembre. España fue ese mes el segundo cliente de Francia (lo había sido el cuarto en diciembre). La relación tampoco funciona mal en sentido inverso: España fue en enero el quinto proveedor de Francia, con una cuota del 7,1% del mercado francés, tras un ligero aumento respecto al último mes de 2000.