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Elvira Lindo reúne 31 artículos periodísticos en 'Tinto de verano'

Amelia Castilla

Elvira Lindo (Cádiz, 1962) se define como una persona bastante pudorosa, aunque a 'estas alturas haya poca gente dispuesta a creerlo'. Cuando desde EL PAÍS recibió el encargo de escribir una columna diaria durante el mes de agosto pasado, optó por disfrazar algunos fragmentos de su propia vida, sin contar nada íntimo, bajo el manto del humor. 'Escribir es contar una verdad, aunque esté encubierta de muchas mentiras', dice la escritora. Elvira Lindo reconoció ayer, en la presentación de Tinto de verano (Aguilar), donde reúne los 31 artículos citados, que jugaba con fuego porque utilizaba cosas que evidentemente se parecían a su vida. 'Y que son bastante conocidas', añadió, 'como que estoy casada con el escritor Antonio Muñoz Molina'.

En esa tesitura, Lindo optó por convertir a cada persona de su entorno en un personaje, empezando por ella misma, que se disfrazó de ama de casa cargada de neurosis, insatisfacción e inseguridad. 'No quería irme por ahí a ver lo que hacen los famosos porque eso ya lo hacen otros muy bien', comentó.

Hasta el noveno o décimo artículo publicado, Lindo, que se encontraba en ese momento de veraneo en un pueblo sin demasiadas distracciones y con un teléfono que tampoco sonaba demasiado, no descubrió el impacto de la serie, titulada también Tinto de verano. 'Aunque no llaméis, sabemos de vosotros por los artículos'; la voz de la familia al otro lado del hilo telefónico le disparó todas las alarmas: 'Hasta los míos se lo creían todo. Se reían, pero se lo creían todo'.

Faldicorta y desinhibida

El guionista Rafael Azcona, que conocía a Elvira Lindo por la película La primera noche de mi vida, de la que es guionista, experimentó la misma sensación de frescura cuando empezó a leer los artículos de 'una matrona joven -con perdón- faldicorta y desinhibida que se ríe de sí misma y de los demás a través del humor'. Azcona lo pasó tan bien leyendo los artículos de Tinto de verano que le pidió a Lindo que hiciera una serie de televisión donde se marcaran las diferencias con los programas inspirados en Estados Unidos.

Elvira Lindo reconoció también que el personaje que más asombro provocó fue su santo. 'Cuando volví en septiembre a Madrid y empezaron a preguntarme si mi familia se había enfadado conmigo por cómo los retrataba en los artículos, descubrí lo rígidos que somos los españoles y lo dispuestos que estamos a pensar que los demás están quedando en ridículo'.

La autora de Manolito Gafotas, a la que le gustaría que ahora la serie se leyera como el relato de un verano, contó también lo mucho que le costó encontrar ese tono ligero y ocurrente que impregna las columnas. 'La sencillez es algo que cuesta mucho esfuerzo aunque aquí se valore muy poco lo ligero y se tienda más a la espesura', apostilló.

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