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De cooperativistas de la PSV a 'ilegales'

El padre de María Escribano descubrió la Cañada Real Galiana cuando trabajaba como recogedor en un camión de basura. Cerró una parcela y plantó allí sus acelgas y sus patatas. Veinte años después, el lugar se ha convertido en el hogar de su hija María, una mujer de 37 años, y de su familia.

'Mi marido, mis hijos, de ocho y dos años, y yo estamos aquí porque no podemos pagarnos un alquiler. Mi esposo es barrendero sin contrato fijo y yo limpio casas. Nos apuntamos en la cooperativa PSV, pero, como surgieron problemas, sacamos el dinero y hace una década nos vinimos', relata María.

'Cada vez que vamos de compras, como la parada del autobús queda lejos, tenemos que andar cargadas como burros', añade, 'y, si vemos una excavadora, pensamos que vienen a tirarnos la casa'.

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El pueblo del vertedero

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