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Reportaje:

Javier Bardem acaba con humor su 'pesadilla' americana

'¿Que qué me gusta de Hollywood? Nada', declara el actor

Si para la mayoría Hollywood tiene mucho de sueño rosa, para Javier Bardem ha sido lo más parecido a una pesadilla. Afortunadamente para él, la pesadilla terminó ayer. 'No, no estoy quemado', dijo, con una cerveza en la mano, en la fiesta que celebró el equipo de la película mexicana Amores perros. '¿Que qué me gusta de Hollywood? Nada. Sólo he visto mi hotel, periodistas y ruedas de prensa'.

Bardem entró en el Shrine Auditorium acompañado de su madre, su hermano, su novia y varios amigos. Cuando los periodistas empezaron a reclamarle, se quedó con su agente norteamericana y su madre, Pilar Bardem, que le vigiló de cerca y con el semblante serio. 'No sé, me imaginaba esto más divertido, con la gente bailando desnuda', comentó a un periodista norteamericano, que se quedó perplejo ante el comentario del actor.

Bardem, que no paró de beber agua, estaba visiblemente nervioso. El esfuerzo de hablar inglés -un idioma que, aunque dice que no domina, utiliza ya perfectamente- le ha producido, según él, mucha inseguridad.

Cuando Hillary Swank pronunció el nombre de Russell Crowe, el actor español sonrió y probablemente también suspiró. 'No hemos perdido; sabíamos lo que iba a ocurrir', afirmó más tarde su madre.

Si el actor neozelandés se colocó en la solapa una medalla de honor de su abuelo, Javier Bardem se prendió el lazo rojo del sida. 'Esta medalla me da suerte', dijo Crowe. 'Mi abuelo fue cámara de guerra en la Segunda Guerra Mundial y allí logró esta medalla de la corona británica; él fue un modelo para mí'.

En la introducción de Steve Martin que abrió la gala, Bardem estuvo entre la docena de nombres que el presentador destacó de esta 73ª edición de los Oscar. Martin, de 55 años, alabó la 'brillante' interpretación del actor en Antes que anochezca. La frase estaba en el guión escrito por el propio Martin, pero lo que no estaba escrito fue la declaración de amor de Winona Ryder. La actriz, al presentar la actuación de su 'admirada' Björk, se saltó el guión para felicitar a 'Javier y Julian' por su película. 'He ido personalmente a darle las gracias por lo que ha dicho de nosotros', dijo después el actor español. La actriz, que ha vuelto a su natural pelo rubio, repitió a varias cadenas de televisión norteamericanas que Bardem era su favorito. 'Estoy aquí por él'.

Bardem no daría crédito, pero hasta Russell Crowe, con el Oscar ya en su poder y sin la cara de pocos amigos con la que entró en el auditorio y con la que se pasea últimamente por el mundo, dijo a los periodistas que siempre temió a sus rivales y, citando primero a Bardem, habló del 'espectacular trabajo' del actor español.

Cuando le preguntaron a Crowe cómo celebraría su Oscar, dijo que 'con cerveza', y Julia Roberts aseguró que se iba a casa con su novio, el actor de origen peruano Benjamín Bratt. Todos los estudios adelantaron sus fiestas a la noche del sábado para evitar decepciones, 'para celebrar las candidaturas, y no si se gana o se pierde', explicó el publicista de un estudio. Sólo la tradicional y exclusiva fiesta de Vanity Fair y la de Elton John (de pago y con fines benéficos) se mantuvieron en la noche del domingo.

Mientras Penélope Cruz acudía acompañada de su hermana Mónica a la fiesta de Vanity Fair -una revista que ha apostado por la carrera de la española en Hollywood-, Sean Penn, que no acudió a la gala (no lo hace ni cuando es candidato), se acercó a la fiesta mexicana de Amores perros. Allí estuvo con Bardem y con el equipo de la película de Alejandro González Iñarritu. 'Sean Penn es de las pocas personas que he conocido bien aquí. Hablar con él de interpretación es un lujo difícil de comparar'.

Penn, un viejo amigo de Julian Schnabel, fue quien pidió a Jack Nicholson que ofreciera una proyección de Antes que anochezca en su casa para los miembros de la Academia. 'Desde el principio se ha portado muy bien conmigo', dice el actor español. Bardem y los suyos continuaron su fiesta hasta altas horas de la madrugada. Advertido de los horarios de los locales públicos de Los Ángeles (la mayoría cierran antes de la tres de la madrugada), llenó, antes de la ceremonia de los oscars, su limusina de cajas de cerveza. Con el esmoquin puesto y ante la mirada incrédula de los casi veinte porteros que vigilan cada día la entrada de su hotel, el actor cargó él mismo las cajas que garantizaban que la fiesta no la terminaba nadie sino él.

La gente de la frontera

El actor de origen puertorriqueño Benicio del Toro desplegó desde el primer momento su irresistible atractivo. Con el pelo alborotado, sus ojos verdes y cansados y sus dientes ligeramente torcidos, Del Toro es una especie de James Dean adulto y tranquilo, un tipo duro pero siempre sonriente. No dedicó su Oscar ni a su familia ni al equipo -'no hacía falta', dijo luego-, se lo dedicó a 'la gente de Nogales'. 'Nogales, México y Nogales, Arizona', añadió. La gente de la frontera fue, según Del Toro, la que le enseñó lo más importante de su personaje de Traffic. 'Fueron tan amables, tan maravillosos conmigo que tenía que devolverles de alguna manera lo que me dieron'. Del Toro, el primer actor de la historia que logra un Oscar por una interpretación en español y el segundo que recibe un Oscar por una interpretación que no es en inglés (el primero fue Robert de Niro por El Padrino II, interpretado en italiano), señaló que para él este premio significa, sobre todo, 'un poco más de libertad'. 'Ahora', añadió, 'mi plan es viajar y llevarle esto a mi padre, quiero que lo vea'. Cuando una periodista le preguntó qué le parecía ser, además, el nuevo sex symbol de Hollywood, Del Toro, arrugando sus brillantes ojos y, cómo no, sonriendo, contestó: 'Eso prefiero que me lo diga usted. Venga, dígame. ¿Qué le parezco?'. El guionista de Traffic agradeció al actor los cambios que dio al personaje. 'Benicio reescribió su personaje, le llenó de ideas nuevas y mejoró las mías'.

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