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¿Qué le pasa doctor?

Las movilizaciones de los médicos interinos esta semana han destapado la inestabilidad del personal sanitario

Patricia Ortega Dolz

Si ha ido al médico esta semana a lo mejor ha notado que el doctor llevaba una bata gris, en lugar de una bata blanca en señal de protesta, o que de las ventanas y los pasillos del hospital colgaban sábanas y carteles en los que podía leerse 'huelga'. Quizá se percató de que miles de estudiantes de las 27 facultades de medicina de España cortaron el jueves durante horas el Paseo de la Castellana en Madrid. Pues bien, uno de esos médicos en huelga puede ser el suyo y uno de esos estudiantes podría ser el de sus hijos en años futuros. Si quiere saber qué les pasa siga leyendo.

José Antonio Balsa, un médico de 39 años, lleva 10 en el equipo de endocrinología del hospital madrileño Ramón y Cajal. Hace una semana se enteró de que su nombre era uno de los 197 que figuraban en la 'lista negra' de médicos que iban a ser cesados. 'Tenemos familia, hipotecas, y una vida aquí. Nos hemos enterado de un día para otro y si no nos reubican en algún sitio nos quedamos en la calle y no tenemos derecho a ser indemnizados', comenta.

Los médicos interinos representan el 42% de los 16.500 especialistas del Insalud

La incertidumbre y la inestabilidad laboral del personal sanitario se extiende a todas las categorías.Los 4.000 estudiantes (de los 10.000 que acuden cada año) que consiguen, tras los seis cursos de carrera, superar la oposición para especializarse y convertirse en médicos internos residentes (MIR) podrán lograr, con mucha suerte, un contrato eventual en un hospital. De lo contrario, se verán avocados a la medicina privada.

Balsa refleja el perfil de los 5.300 especialistas interinos con los que cuenta hoy el Sistema Nacional de Salud, que representan un 42% de los 16.500 especialistas que hay en el territorio Insalud -que no abarca Galicia, País Vasco, Navarra, Cataluña, Valencia, Andalucía y Canarias, donde las competencias están ya transferidas-. Todos ellos se han puesto en huelga esta semana para mostrar su desacuerdo con el cese de 197 compañeros, que van a ser remplazados por otros tantos médicos con plaza en propiedad que han solicitado su traslado. Pero ¿por qué?.

La historia se remonta, por lo menos, dos años atrás. Entonces ya había unos 4.000 médicos nombrados interinos en el Insalud. El nombramiento es la única figura jurídico-administrativa que ampara a esta clase de facultativos. Son médicos especialistas que ocupan plazas vacantes a la espera de que, en un plazo de nueve meses según la normativa, se convoquen oposiciones a plazas fijas. Pero hace 12 años que el Insalud no convoca una oposición y, por eso, hay médicos que llevan tanto tiempo como interinos, aunque operan, realizan transplantes y atienden consultas, como 'los pata negra', los fijos en su argot.

'Nosotros no tenemos derecho a cobrar antigüedad, ni a promocionar, ni a solicitar el traslado y nos pueden echar sin indemnizarnos', explica Javier Ortiz, psiquiatra interino en el Ramón y Cajal.

En 1998, sindicatos e Insalud, trataron de regular esta situación convocando una oposición extraordinaria con 4.000 plazas. Pero fue impugnada por los que consideraron que no había suficientes puestos de traslados y se anuló. Ahora, los mismos, han ganado un juicio en el Tribunal Supremo, que ha autorizado el traslado de los 197 médicos, sin que el Insalud haya previsto nada para los correspondientes cesados.

'Las necesidades sanitarias han ido generando empleos irregulares. Los interinos han copado las plazas de las especialidades más punteras, como transplantes, sida o implantes. Ahora, al reemplazarlos, rompen equipos de trabajo completos, como el que separó a las siamesas en el 12 de Octubre', explica Pedro Tarquis, secretario de la Asociación Nacional de Facultativos Especialistas Interinos (ANFEI).

Este oscuro futuro es el que se les presenta, con suerte, a los contratados como José Andrés Domínguez. A sus 30 años, con un expediente plagado de sobresalientes y matrículas y tras hacer cinco años de especialidad en neurología, tiene un contrato de guardias. Trabaja ocho días al mes. Le dan de alta en la Seguridad Social el día que trabaja y le dan de baja al día siguiente. No tiene derecho a paro, ni a estar de baja 'ni a nada, porque no cotizo', dice. Sin embargo, se encarga de reanimar a los jóvenes que llegan los fines de semana al borde de la muerte tras un accidente de tráfico o de intubar a quien llega con una parada cardiorespiratoria: su sitio está en la puerta de urgencias. 'Lo peor de todo es que, encima, tengo que estar agradecido porque me hayan elegido para este puesto', añade.

Por debajo están los MIR, con una futuro más negro que oscuro. 'Somos mano de obra barata', dice uno sin dar su nombre. Gema Blanco, en su penúltimo año de especialidad, afirma que optó por la de anestesia, entre otras cosas, porque tiene más salidas. 'Preferiría trabajar en la pública, pero si no me ofrecen nada me iré a la privada', dice.

En el último escalón, los miles de estudiantes de Medicina libran su propia batalla expuestos, como se vió el jueves en Madrid, a las agresiones de la policía. Su principal reivindicación la resume Paloma Pardo, de quinto curso: 'Si desde 1995 nos obligan a tener una formación práctica de postgrado para ejercer, deben poder recibirla todos los estudiantes y no sólo los que aprueben la oposición a MIR'.

Arriba, Gema Blanco y Maite Marsal (MIR), junto a José Andrés Domínguez, contratado, y Javier Ortiz, interino, en el Ramón y Cajal.
Arriba, Gema Blanco y Maite Marsal (MIR), junto a José Andrés Domínguez, contratado, y Javier Ortiz, interino, en el Ramón y Cajal.RICARDO GUTIÉRREZ

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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