Tres o cuatro cosas que saber
El nuevo sistema de codificación sustituye al anterior, radioconcéntrico respecto a Madrid, que se remonta al Plan General del año 1940 (plan Peña). Este plan es anacrónico y los únicos cambios que se han introducido hasta ahora han coincidido con los traspasos de carreteras a las comunidades autónomas. Hay dos hechos destacables: 1. Las carreteras que tras los traspasos se mantienen bajo titularidad estatal se identifican con la letra N, aunque antes fuesen de otra categoría; el Estado se reserva la A para sus autopistas. 2. Se acordó que cada comunidad identificase con una letra propia las vías de su titularidad. Andalucía, Asturias, Aragón, Canarias, Cantabria y Valencia están aplicando o prevén aplicar este acuerdo, manteniendo la numeración del plan Peña o con numeraciones propias. No hay, pues, arbitrariedad o capricho en la decisión de recodificar las carreteras de Cataluña.
La recodificación aporta, además, una clasificación funcional. El plan de carreteras aprobado por el Parlament clasifica las vías en tres categorías: la red básica -única que ha sido recodificada-, formada por las vías de largo recorrido que organizan la movilidad básica del territorio; la red comarcal -garantiza la conexión de las comarcas y de núcleos principales de población-, y la red local -articula las conexiones del resto-. La recodificación refleja la clasificación acordada por el Parlament. Los nuevos códigos se han fijado siguiendo cinco criterios: simplicidad y brevedad, orientación de dirección, referencia territorial (posición relativa dentro de la red), flexibilidad (códigos vacantes) e integración (independencia de la titularidad). Así, los códigos que empiezan por 1 indican ejes sur-norte; por 2, ejes oeste-este; por 3, ejes paralelos a la costa, y por 4, 5 o 6, ejes perpendiculares a la costa en los sectores meridional, central y septentrional.
La estructura geofísica de Cataluña ha facilitado la definición de ejes armónicos con el territorio y con la red presente e histórica. La disposición de cordilleras y ríos ofrece una configuración de equilibrio que permite eludir planteamientos radioconcéntricos respecto a los grandes polos emisores de tráfico, como Barcelona, y que se adecua a la realidad y calidad de la red actual de carrteras. Así, la antigua C-1411 es ahora el eje vertebrador del Llobregat y forma parte del eje Barcelona-París; el nuevo código (C-16) refleja la función de carretera principal e indica de forma implícita la lógica perspectiva de crecimiento. Más allá de rebautizar las carreteras, la recodificación redefine los ejes principales de movilidad del territorio sobre los cuales habrá que estructurar y dar prioridad a las inversiones del futuro.
Jordi Follia es director general de Carreteras.
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