Los servicios de rescate recuperan seis cadáveres del autobús portugués

Hasta anteayer sólo habían sido recuperados ocho cadáveres, siete de ellos en las costas gallegas, a cientos de kilómetros del lugar del accidente, y otro más en las proximidades del puente siniestrado, pocas horas después del accidente. Los seis cuerpos rescatados ayer, tres hombres y tres mujeres, se hallaban dentro de una sección del autobús, a más de cien metros del lugar por donde el autobús y otros tres coches cayeron al Duero.

Los trabajos se centran ahora en sacar fuera del río la otra parte de la estructura del autobús, donde los buzos no descartaban anoche encontrar nuevas víctimas. Ese resto, que corresponde al morro del vehículo, está sumergido cerca de la orilla, aunque el hecho de tener los cristales rotos aumenta las posibilidades de que muchos de los cuerpos fueran arrastrados por la corriente.

Los trabajos de rescate no sólo fueron presenciados por centenares de personas en las márgenes del río sino por millares de espectadores a través de tres cadenas de televisión que emitieron en directo la operación desde primeras horas de la mañana.

Los restos mortales de los seis ocupantes del autobús fueron trasladados de inmediato lejos de las cámaras de televisión y de los periodistas -los cuerpos probablemente se encuentren en un alto grado de descomposición tras haber pasado 16 días bajo el agua- a un tanatorio improvisado en un almacén cercano al puente derruido, que unía las localidades de Entre os Río y Castelo de Paiva. Los servicios forenses lograron establecer esta madrugada la identidad de las seis víctimas.

Las autoridades portuguesas acordonaron una gran zona cercana a la orilla del río a la que, tras arduos trabajos bajo una lluvia intensa, los buceadores de la Marina, con ayuda de excavadoras y de la grúa de una draga, lograron izar parte del autobús tras varias horas de trabajo. Por otro lado, el Ministerio de Obras Públicas y Transportes portugués hizo público ayer su informe preliminar sobre el derrumbamiento del puente que, en principio, fue originado "por la pérdida de apoyo del cuarto pilar, debido a fenómenos de erosión (...), el aumento del caudal del río y a la velocidad de las corrientes". La comisión investigadora afirma que "aún es muy pronto para presentar conclusiones definitivas" sobre las causas del accidente y, en ningún momento, se refiere a posibles responsabilidades de la Administración o a la ausencia de inspecciones recientes sobre el mal estado del puente.

La mencionada comisión justifica la ausencia de conclusiones "en el corto periodo de tiempo discurrido desde el inicio de la investigación", hace unos quince días, y "a la diversidad de factores que podrían haber contribuido a la caída del puente".

El informe explica que los cimientos del cuarto pilar se encontraban a 20 metros de profundidad, si bien a principios del año 2000 el lecho del Duero había sufrido un hundimiento progresivo de unos 15 metros.

Diversos especialistas han explicado que la acumulación de arenas en los pilares más próximos a las márgenes del río y su desaparición en el centro del caudal, probablemente por la extracción de los areneros, podrían haber causado un efecto fatal, unido a las fuertes corrientes: una mayor presión en los pilares centrales y una falta de protección de sus cimientos, desnudos frente a la erosión.