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FÍSICA | Divulgación

Un 'maratón' subraya la influencia de la mecánica cuántica en tecnologías cotidianas

Fueron más de cinco horas de maratón cuántico, celebrado en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (Madrid), con la presencia de más de 300 asistentes. Uno de ellos se planteó incorporar la conciencia a la paradoja del gato de Schrödinger, un experimento mental en el que un gato está al mismo tiempo vivo y muerto o ninguna de las dos cosas. 'Afortunadamente', aseguró Ana Rioja, profesora de Filosofía y una de las ponentes, 'en el mundo real no existen los gatos cuánticos'.

Parece que ya resulta bastante complicado, imposible de momento, conjugar el mundo macroscópico vemos, el de la mecánica newtoniana tradicional, con el que no vemos, el de la mecánica cuántica, como para introducir también la conciencia en la ecuación. Y es que en el reino de la incertidumbre, en el mundo de la MC, no es posible saber al mismo tiempo la posición y el momento (la velocidad, si la masa es constante) de una partícula, según el principio de indeterminación de Heisenberg. Este principio ha sido, para otro de los ponentes, Gerardo Delgado, el más importante enunciado científico del siglo XX, sin el cual la civilización no tendría energía nuclear, operaciones de cataratas con láser, nanotecnología, microscopios de efecto túnel y muchos otros desarrollos científicos.

A lo largo de cuatro sesiones seguidas, cada una con tres ponentes que, más que el maratón, parecían correr los 100 metros, se pasó revista a las implicaciones filosóficas de la MC y sus relaciones con el láser, los microscopios, los super-conductores, la nanoelectrónica, el caos y la relatividad. Un aforo completo, con personas que se quedaron fuera por falta de espacio, siguió este maratón, organizado 'para divulgar la importancia de la teoría cuántica en nuestra vida', afirmó Amparo Sebastián, directora del museo. La mayoría de los asistentes eran estudiantes de físicas o de filosofía, profesores, profesionales y jubilados.

Durante las cinco horas el salón mantuvo su aforo lleno sin que en ningún momento hubiera sillas libres, lo que obligaba a algunos de los ponentes a sentarse en el suelo una vez que abandonaban el estrado. Igual que los electrones, en cuanto se producía un vacío y había un sitio libre, alguien saltaba espontáneamente del suelo a la silla.

Alfredo Tiemblo, físico, aseguró que la física maneja siempre ideas sencillas, 'aunque otra cosa es que luego se compliquen al explicarlas'. Sobre la teoría de la relatividad de Einstein recordó que no se trata de la primera teoría de la nueva física, sino de la última gran teoría de la vieja física, y, además, es 'una teoría que lo tiene todo bien excepto el nombre: no dice que las leyes de la naturaleza se cumplen a veces, sino que se cumplen siempre; entonces, no todo es relativo'.

Para ilustrar la sencillez de las ideas de la física, Tiemblo contó una anécdota, 'con toda seguridad apócrifa'. Le pusieron a Einstein un chófer en EE UU para que fuera explicando la relatividad en conferencias y, al cabo de unas cuantas, el chófer, que había asistido a todas, le dijo que aquello era de sentido común. Einstein le propuso que le sustituyera en la siguiente conferencia, lo que el chófer hizo con bastante éxito. Al final de la charla le hicieron una pregunta con muchas fórmulas y el chófer respondió: 'Su pregunta es oportuna e interesante, pero esas cuestiones de las fórmulas son tan sencillas que voy a dejar que la responda mi chófer'.

Otros participantes subrayaron la oposición de Eintein a las implicaciones de la MC, que contradecía su instinto científico. 'El gran debate filosófico', resaltó Rioja, 'nace con la confrontación entre Heisenberg y Einstein, que estaba en contra de la interpretación cuántica de la vida. No estaban de acuerdo sobre la información que el modelo aportaba sobre el mundo, ya que los objetos cuánticos, necesariamente, incumplen leyes de la física clásica'.

¿Una mesa del mundo macroscópico es siempre igual o depende del medidor? En el mundo cuántico, el medidor modifica el tamaño, ya que, de acuerdo con el principio de indeterminación, el observador introduce distorsiones en lo que observa, mientras que en el mundo no cuántico, la mesa mide lo mismo la mida Agamenón o su porquero. 'Esa indeterminación, esa imposibilidad de saber el tamaño de la mesa cuántica, no se debe a la imprecisión de los aparatos, es una ley de la naturaleza cuántica', dice Rioja.

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