_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Zócalo

Pues a Emiliano Zapata, ya de muerto, le sacaron una pasta gansa, por unas secuencias de celuloide; y al Che lo proclamaron rey del póster. El capital es así de fino: estudia la química del revolucionario y practica el arte de trasmutar sus impulsos en valores bursátiles. El subcomandante Marcos no debe bajar la guardia ni el embozo, ni entrar en la mano de la estratagema. Si ahora asoma tras el pasamontañas, lo pueden demoler. Siempre hay un financiero de élite, con la mira telescópica montada sobre una implacable cartera de negocios, y cómo dispara. El audaz financiero está dispuesto a abrir un floreciente mercado, con los escombros de la esperanza, a acumular más poder económico y a exhibir la capucha del universitario Sebastián Guillén, en la vitrina de sus trofeos. El subcomandante Marcos tiene que andarse con mucha cautela. Llega de Lacandona y Lacandona es una espesura capaz de pararle los pies a la patulea neoliberal; y Chiapas, un territorio desplegado de la necesidad a la dignidad, que se extiende por los países evanescentes y saqueados, por las apestosas afueras de la opulencia, por los campos arrasados, por las subterráneas galerías, por las industrias de mano de obra infantil, por el hambre de los indigentes, por el chabolismo de las espléndidas metrópolis.

Sin duda, paralelamente a la larga y espectacular marcha zapatista, que ha culminado en la capital de México, ha habido otras marchas. Marchas humildes, crispadas, silenciosas, silenciadas, disueltas a golpes. Marchas por los derechos de tantos pueblos expoliados, se dan, a diario, aunque sea de pensamiento. Y es seguro que en cada plaza de cada aldea, se congrega la multitud o sus aspiraciones; y que el mundo es un impresionante Zócalo; y el Zócalo, la globalización de la protesta, de la denuncia y de la justicia. La utopía ya no es una isla, ni ningún lugar: es todo el planeta. Cuando el subcomandante Marcos se quite el pasamontañas, veremos su verdadero rostro. Y si es el de diez millones de indígenas y el de otros muchos millones de explotados, habrá que humedecer la punta del lapicero, echar cuentas y tomarse en serio eso del relevo. Por lo que pueda venir.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_