Sombras sobre la coyuntura alemana

Desaceleración del crecimiento, aumento del paro, disminución de los pedidos industriales: sobre la economía alemana, que representa alrededor de un tercio del producto interior bruto (PIB) de la zona euro, planean nubes que todavía nadie sabe con certeza si son pasajeras o, por el contrario, presagian una tormenta.

Desde antes de la semana pasada, cuando la Oficina Federal de Estadísticas cuantificó en un 1,9% el crecimiento del cuarto trimestre del año pasado (y en un 3% el de todo el 2000, la mejor cifra desde 1991), era sabido que la recuperación coyuntural tras el difícil periodo de las crisis financieras en 1999 tocó techo en el verano pasado. Los datos publicados por los estadísticos, sin embargo, dejaron en evidencia que la desaceleración ha sido mayor de lo que se sospechaba: en la comparación intertrimestral -aquella que más atención merece por parte de los analistas- Alemania apenas creció un 0,3% en el tercer trimestre, y un 0,2%, en el cuarto.

Ambos datos representan drásticas revisiones a la baja de estimaciones anteriores, lo que tiene una importante consecuencia: el país ha comenzado el año 2001 con menor fortaleza de la que se pensaba, según coinciden en señalar los expertos de bancos y institutos de investigación económica. Ello, a su vez, se reflejará también en un menor crecimiento este año: las previsiones sobre el PIB de 2001, ya varias veces revisadas desde el año pasado, tienden a bajar aún más. Los más pesimistas, por el momento, son los analistas del Commerzbank, que de un solo tajo esta semana redujeron del 2,4 al 2% su estimación. Otro tanto podrían hacer próximamente los institutos de investigación.

El Gobierno, por ahora, mantiene una estimación entre el 2,625% y el 2,875%, pero ha dejado entrever que el crecimiento, más bien, se situará en el límite inferior de la franja. Pese a ello, el ministro de Finanzas, Hans Eichel, se ha pronunciado en contra de un 'excesivo pesimismo', que, a su juicio, amenaza con hundir la confianza en la economía.

Eichel confía en el impulso que deberá representar la reforma fiscal, que fue decidida el año pasado y entró en vigor el primero de enero pasado. Los 45.400 millones de marcos (3,8 billones de pesetas), en reducción de impuestos para empresas y particulares previstos para este año deberán repercutir favorablemente en la coyuntura. Si hasta ahora no lo han hecho, ello obedece a que los alemanes, históricamente, tienden a ahorrar primero, y a gastar, luego. Los expertos, no obstante, confían en que este impulso se sentirá a más tardar en el segundo trimestre.

Las dimensiones de la desaceleración, por tanto, dependen fuertemente de si la reactivación del consumo -cuya debilidad fue un factor determinante para la disminución del crecimiento del año pasado- logre tomar el relevo de las exportaciones como principal motor de la economía alemana. Éstas, el año pasado, marcharon sobre ruedas: desde el Wirtschaftswunder (el milagro económico) de los años cincuenta no se registraba una tasa de crecimiento tan alta como el 13,2%, posibilitada no sólo por la favorable coyuntura mundial, sino también por la debilidad del euro.