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Reportaje:

Juegos de entreguerras

Una exposición del MUA realiza un recorrido por los inicios de la industria del juguete con piezas de hojalata

Tartanas, mariposas de arrastre, cocinas económicas, soldados de plomo y coches de carrera, como el bólido número 7 de Rico o el Bagatti de Payá, son tan sólo algunas de las piezas que forman parte de la exposición Juguetes de lata: la época dorada de Rico S.A que se ha inaugurado en la Sala Altamira del Museo de la Universidad de Alicante y que permanecerá abierta hasta el 14 de abril.

Las 80 piezas de juguetes de hojalata, fabricados en las empresas jugueteras de la Foia de Castalla desde el final de la I Guerra Mundial hasta el comienzo de la Guerra Civil, permiten al visitante aproximarse a los gustos y costumbres de la época.

El profesor José Ramón Valero, del departamento de Geografía Humana de la Universidad de Alicante, destaca que son 'piezas únicas e inéditas, porque en muchos casos nunca se han expuesto y proceden de colecciones privadas', comentó el investigador, quien agradeció la colaboración de los herederos de la familia Payá y del Museo del Juguete de Ibi que ha prestado algunos juguetes.

La hojalata comenzó a ser utilizada para la fabricación de juguetes en Inglaterra en 1856. En Ibi el hallazgo fue casi casual, con los desechos de las latas de conservas, en un modesto taller de la calle Ravalet dos docenas de empleados, en su mayoría mujeres y jóvenes, empezaron a confeccionar juguetes de hojalata y comprobaron pronto los buenos resultados económicos y gran aceptación por parte del público que tenían estas piezas artesanales.

Poco a poco, el auge del sector y los avances tecnológicos permitieron a las empresas especializarse y empezar a competir entre ella. Si Rico hacía un payaso como Charlie Rivel, Payá lanzaba al mercado un Charlot. La materia prima, las chapas de hojalata laminadas de cobre o estaño, se compraba en las factorías del País Vasco y Galicía, y llegaban al puerto de Alicante o por tren a Alcoy desde dónde eran transportadas hasta las empresas de Ibi que se encargaban de construir estas piezas artesanales que ahora deleitan a los coleccionistas.

Los juegos eran fiel reflejo de toda una época de grandes transformaciones sociales y económicas. 'Estamos en un momento en el que las ciudades están en plena eclosión, con una burguesía al alza y en la que los coches de carreras y los avances científicos marcan la sociedad de la época', recuerda Valero, mientras enseña un bólido flecha con el que los niños disputaban sus propias carreras. Prueba de ello son los trolebuses, autobuses urbanos o las tranvías que se pueden observar en la exposición. Las piezas de coleccionista tienen un gran valor, algunos de los vehículos de carreras alcanzan en el mercado las 800.000 pesetas, incluso por un Baggati de Payá un coleccionista alemnán llegó a pagar 1.300.000 pesetas.

Los conflictos bélicos también están presentes en la exposición. Soldados de plata, hidroaviones como el Numancia o el Plus Ultra, un barco portaviones o buques de guerra son prueba de ello.

El director del Museo del Juguete de Ibi, José Pascual, destacó el carácter didáctico de la exposición, que no sólo muestra piezas de coleccionista, sino que ofrece al visitante fotografías y papeles informativos que aproximan al visitante a la realidad de principios de siglo en Ibi.Pascual recordó cómo entre los años veinte y hasta 1936 la industria local experimentó una verdadera 'revolución'.

Las principales firmas jugueteras llegaron a tener en cada una de sus fábricas unos 1.000 trabajadores. La población de esta localidad se multiplicó y los emigrantes que llegaban de localidades de Castilla-La Mancha y de otras zonas de España 'antes de tener una casa, nada más bajar del autobús, tenían en la mano un contrato de trabajo'.

La época dorada de la industra juguetera de hojalata acabó con la llegada del plástico. 'Un material más económico y, sobre todo, seguro, que acabó por suplantar a la hojalata', apuntó Valero.

Algunos de los juguetes de hojalata expuestos en el museo de la Universidad de Alicante.
Algunos de los juguetes de hojalata expuestos en el museo de la Universidad de Alicante.OLIVARES NAVARRO

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