Del TBO al tebeo
El Museo del Juguete de Figueres dedica a la revista una exposición y un curso universitario
El minipimer, la gillette y el TBO impactaron hasta tal punto en su época que han dejado huella en el idioma. La cabecera de la publicación, que apareció por primera vez en Barcelona en 1917 bajo las siglas TBO, se convirtió rápidamente en un genérico para definir cualquier tipo de revista infantil ilustrada. El Museo del Juguete de Figueres muestra hasta el 1 de abril L'aventura del TBO, un viaje por los dibujos originales guardados en el centro de documentación del museo. Paralelamente, se imparte un curso universitario dedicado a repasar su historia.
La mayoría de los 38 dibujos originales, algunos de los cuales muestran arcaicos sistemas para ocultar una inoportuna gota de tinta o un desliz con la plumilla, fueron adquiridos por el director del museo, Josep Maria Joan, en el mercado de Sant Antoni de Barcelona. La exhibición muestra una copia de la portada del primer número de la revista, aunque trata especialmente el periodo comprendido entre las décadas de 1920 y 1950. Joan advierte que los años inmediatamente anteriores y posteriores a la guerra civil son los más creativos de la revista. Hasta una publicación infantil tan aparentemente inofensiva como el TBO se vio coartada por la censura. La exposición muestra un recortable del popular cuento La caperucita roja, que pasó a llamarse La caperucita encarnada para que nadie la identificara con el ideario de los vencidos.
El TBO se convirtió rápidamente en un genérico para definir cualquier tipo de revista infantil ilustrada
Vitrina aparte merecen los inventos del profesor Franz de Copenhague, uno de los pocos personajes colectivos de la historia del cómic. Todos los dibujantes de la revista se estrujaban el cerebro para elaborar sus rocambolescos inventos. En el museo se muestra la plasmación práctica de uno de estos curiosos aparatos, una máquina para cortar las puntas de los cigarros que sirvió para promocionar el pabellón del TBO en una feria del libro.
Entre la nómina de dibujantes del TBO cuyos originales se muestran en Figueres destacan Opisso, Coll, Benejam y Muntanyola. Opisso, que fue el autor del logotipo TBO, compaginó su actividad de dibujante e ilustrador con la de pintor y acuarelista. Es autor de celebradas portadas en los años 1920 y 1930. La exhibición contiene también algunas de las buenas historietas de José Coll. Sus tipos estilizados de grandes ojos, sometidos a terribles ridículos, forman parte de la imaginería del TBO. El dibujante era capaz de contagiar a sus personajes, con el uso de líneas finas y precisas, una movilidad y una espectacularidad de rabiosa modernidad para su época. También trató el tópico del explorador a la merced de un negro selvático que pretendía cocerlo en un gran puchero o las vicisitudes de los náufragos en una isla desierta.
No faltan tampoco en L'aventura del TBO las desventuras de Melitón Pérez, Morcillón o la celebérrima Familia Ulises, surgidas del talento creativo de Benejam.
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