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VISTO / OÍDO
Columna
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Puntos suspensivos

Creo que el primer juez que se alzó contra la corrupción y el crimen político fue el italiano de Manos Limpias: finalmente, Berlusconi va a ser presidente del Gobierno, y nuestros ministerios se guardan la extradición cursada por Garzón: el que se lanzó contra Pinochet. Ahora los magistrados de Guatemala levantan por corrupción la inmunidad parlamentaria a Ríos Montt, asesino de Estado, que podría ser procesado ahora; y un juez argentino ha anulado la Ley de Punto Final, que protegía a unos mil torturadores sádicos argentinos.

Temo que no prospere. Mucho menos la idea de perseguir a Kissinger por el golpe de Estado de Chile y algún asesinato con ese motivo en Estados Unidos, cuyo descubrimiento actual mediante algunos documentos que se han hecho públicos es un anacronismo: se sabía desde el momento en que murió Allende. Tiene el Premio Nobel, cobra millones de cada conferencia, visita a los jefes de Estado y de Gobierno y sonríe siempre.

Nietzsche hablaba de lo bien que duermen los asesinos. Supongo que nuestros justicieros mayores, los gobernantes, compensarán todo ello llevándose a Milosevic a La Haya como criminal de guerra. Ahora, cuando los serbios de Kosovo huyen por las concurridas montañas perseguidos por los albaneses kosovares (o no), que además rompen las fronteras de Macedonia. Se matan serbios, pero nadie va a bombardear Albania, o Kosovo. Ni nadie va tampoco a juzgar a los bombarderos de Yugoslavia. Milosevic es buen ejemplo: Belgrado se resiste, pero le amenazan con no pertenecer a Europa y con no restaurar la economía que le destruyeron.

En realidad, La Haya tendría que construir docenas de cárceles; pero nadie le va a llevar a los asesinos buenos. A los que están destrozando a los africanos, ayudados ahora por las multinacionales que no permiten que la República de África del Sur fabrique medicamentos genéricos para ayudar a los enfermos de sida, ahora sin remedio. Lo cual descubre que un tratamiento que cuesta millones se puede hacer por unas decenas de miles de pesetas. Pero habrá que imaginar que esos millones se reparten bien, a personas inmunes a los delitos contra la humanidad, capaces de perdonarlos. Ah, y tienen razón los laboratorios: si no se respetan las patentes, ¿qué se va a respetar ya en el mundo? No va a ser precisamente a los africanos, por favor.

No hay puntos finales. Hay puntos suspensivos. Y Sharon gobierna ya un ejército exterminador.

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