El PP ofrece un pacto al PSOE para vigilar juntos la limpieza de las elecciones vascas
Compartirán apoderados en las mesas electorales
La reunión entre las cúpulas del PP y del PSE para perfilar el estilo de sus campañas en Euskadi todavía no se ha producido, pero los populares mantienen en privado que se alcanzará finalmente un pacto de no agresión entre ambas formaciones. Algo que niegan tajantemente en público.
Los populares también defienden que es imprescindible llegar a otro pacto con los socialistas, al margen del gran acuerdo antiterrorista y por las libertades, para vigilar el proceso electoral. El secretario general del PP, Javier Arenas, apuntaba ayer en una entrevista a Servimedia 'la desigualdad y el déficit democrático que hay en el País Vasco'. Y subrayaba que los partidos nacionalistas concurrían con un plus al no sentirse amenazados.
Por esas razones, Arenas reclamaba del PP y del PSE un 'esfuerzo' para 'garantizar la pureza del escrutinio' y para asegurar 'la cobertura de las mesas electorales' y facilitar 'el secreto del voto con la utilización de las cabinas'. En suma, el PP quiere que en esta ocasión, sin tregua de ETA, pueda haber un interventor o apoderado de su partido o del PSE en cada una de las más de 2.500 mesas electorales vascas.
En los comicios de 1998, el PP apenas logró cubrir con 1.500 personas todas las mesas de Álava, el 50% de las más de 750 mesas de Guipúzcoa y unas 700 de las más de 1.000 de Vizcaya (70%). El panorama ahora no es mejor.
Tampoco el PSE, con mejor implantación territorial en Euskadi que el PP, puede llegar a todos esos puntos. La propuesta que planteará el PP al PSE es que el partido de los dos que mayor peso tenga tradicionalmente en votos en cada mesa se encargue de su control.
El PP, en esa línea de extremar la vigilancia del proceso democrático, duplicará su campaña de buzoneo de papeletas (mailing), en las cuales se retirará del sobre el logotipo del partido para preservar el derecho del secreto al voto. Un gasto, en este caso subvencionado, de unos 50 millones.
Los estrategas del comité electoral del PP sobre el País Vasco, que se reunieron de nuevo la pasada semana pese a la ausencia, en esta ocasión, del candidato Jaime Mayor Oreja, diseñaron además de esos planes las líneas de trabajo a seguir en la inminente campaña. Sus planes pasan por movilizar el mayor número de los votantes de José María Aznar en las últimas generales (existe un margen de maniobra de más de 70.000 electores con respecto a las autonómicas de 1998) y por favorecer el mejor resultado posible del PSE.
Mayor se instaló con su exiguo equipo en unos nuevos despachos habilitados en la sexta planta de Génova 13, sede nacional del PP, nada más dejar el Ministerio del Interior. Hasta ahora los tres vicesecretarios generales del PP compartían un despacho cuando acudían al partido.
En dos semanas se celebrará en Vitoria el gran acto de su proclamación oficial como candidato, arropado por la plana mayor del PP y por Aznar. Escena que se repetirá más veces en los más de dos meses que faltan hasta las elecciones. Y será entonces cuando Mayor se traslade prácticamente al País Vasco e inicie ya la frenética precampaña.
El PP ha previsto un gasto específico en esta campaña de unos 170 millones de pesetas, que será deficitaria pese al buen resultado que se espera de las urnas.
Aunque el tono de la campaña será duro, como prevén en el PP, Mayor se esforzará por transmitir una imagen de tranquilidad, con propuestas constructivas y nada revanchistas en su programa. Ése es el modelo que el PP demandará de las intervenciones previstas para Aznar, consciente de cómo levanta los ánimos en sus filas y las ajenas cada vez que acude a Euskadi.
Los populares tienen claro que Mayor debe evitar cualquier reacción de rechazo. Y no tanto por su electorado, entregado por su esfuerzo personal y político, al renunciar al Ministerio del Interior y a una bien encaminada carrera en Madrid, como por el votante nacionalista moderado, molesto con la actual dirección del PNV, y también por los simpatizantes del PSE.
Mayor pretende llegar al día siguiente de la cita con las urnas, el 14 de mayo, en buenas condiciones para negociar un cambio de gobierno histórico y no nacionalista con el PSE. Y para componer ese escenario necesita que el PSE no sólo no se hunda sino que suba todo lo que pueda (más de 16 actas parlamentarias) para contribuir a acercarse a los 38 escaños que requiere la mayoría absoluta. Listón que podría ser algo menor en un gobierno en minoría (35) pero con el PP como primera fuerza de Euskadi (20-22).
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