Barcelona y Valencia piden una línea de alta velocidad y una conexión por autovía gratuita
La Generalitat catalana apuesta por convertir la N-340 en una vía rápida libre de peaje
Las administraciones valencianas y catalanas, tanto a nivel autonómico como municipal, los grupos de la oposición y los empresarios coinciden en que Barcelona y Valencia, segunda y tercera ciudades españolas, han sufrido el olvido del Gobierno central y ahora cuentan con unas conexiones deficientes. Casi todos exigen una carretera de gran capacidad gratuita y una línea de alta velocidad que una ambas urbes. Y mientras en Cataluña dudan de que el enlace ferroviario se cierre en forma de AVE entre Castellón y Tarragona, en la Generalitat valenciana reina el optimismo.
El corredor mediterráneo, que va de Alicante a La Jonquera y enlaza desde allí con las redes de autopistas y ferroviarias del resto de Europa, es el que registra mayor tráfico comercial y turístico de España; sin embargo, está especialmente mal servido y, lo que es más sorprendente, no está previsto mejorarlo en la misma medida que se ha programado en otros corredores. En estos momentos está cruzado por la autopista A-7, que enlaza Valencia con Barcelona, aunque su origen está en la frontera, en La Jonquera, y su final, pasado Alicante.
Una autopista de peaje con altos índices de uso entre Tarragona y la frontera, aunque infrautilizada de Tarragona hacia el sur. Como alternativas, una carretera nacional, la Nacional 340, que sus usuarios denuncian que se halla prácticamente saturada, y una vía férrea que lleva años siendo mejorada sin que las mejoras definitivas acaben nunca de llegar.
El transporte por carretera se usa tanto para personas como para mercancías. La propia Renfe tiene empresas que compiten en el trayecto Barcelona-Valencia con el tren a un precio más ventajoso. Pero las zonas norte de la carretera y la autopista amenazan con saturarse y las perspectivas de crecimiento de estas vías son escasas.
El Gobierno catalán cree que habría que desdoblar y convertir en autovía la Nacional 340, idea que es compartida por la Cámara de Comercio de Barcelona y por la mayoría de partidos políticos catalanes. En la Comunidad Valenciana, mientras la oposición exige el rescate de la A-7, la Generalitat valenciana apuesta por una nueva autovía.
Vitalidad portuaria
Pero lo que atrae más miradas y esperanzas -y sospechas de que no se verán colmadas- es la vía férrea. Teóricamente, a partir del año 2004 una línea de ancho europeo (asunto que para las mercancías es más importante que la alta velocidad) recorrerá el litoral entre Tarragona, Barcelona, Girona y la frontera, permitiendo que muchas de las mercancías que hoy van hacia Europa por carretera cambien al ferrocarril.
Esta línea dará una vitalidad notable a los puertos de Tarragona y Barcelona, hacia el norte, pero no hacia el sur, ya que la conexión en ancho europeo entre Tarragona y Castellón (ahora con una sola vía) plantea dudas. Con ello, desde la Plana hacia Valencia habría ancho europeo y alta velocidad (en la versión suave que utiliza el ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, es decir, trenes que circularían a unos 200 kilómetros por hora, 220 a lo sumo); también desde Tarragona hacia el norte, pero no entre ambas capitales.
El ministro ha explicado en el Congreso esta semana que se está estudiando la conveniencia de dar ancho europeo a la zona a base de instalar un tercer carril (solución conocida como vía de tres hilos) entre Castellón y Tarragona, pero no hay aún nada decidido, entre otros motivos porque la fórmula del tercer carril (instalado entre los dos que forman la vía de ancho ibérico) no está aún probada. Una segunda opción es construir dos vías: una con ancho ibérico y otra con ancho europeo.
El temor entre las autoridades y los partidos políticos de Cataluña es que el Gobierno central no haya dejado de lado las inversiones previstas en el corredor por simple olvido, sino porque responda a un intento de 'aislar la economía catalana', según afirmaba esta misma semana el diputado de Esquerra Republicana Joan Ridao. La tesis y el temor los comparte el socialista Manuel Nadal, pero no Pere Macias, consejero de Política Territorial del Gobierno de Jordi Pujol, que hace unos días comentó con el Gobierno valenciano sus esperanzas sobre el proyecto y encontró, afirma, 'una gran acogida'.
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