Vergüenza ajena
El 26 de enero asistí a la apertura de la XIII edición de los Cursos Internacionales de Música de Benidorm. Si cupiera algún comentario sería favorable, por lo que respecta a la calidad del profesorado, así como a la cada vez más alta demanda de participación del alumnado de una gran variedad de países. Muy bien. El colofón de la sesión de apertura fue un genial concierto de saxofón, piano y bandoneón.
Ahí empieza mi vergüenza ajena: hubo que correr la cortina que sirve de fondo en el salón de actos de la Casa del Fester para mejorar, dentro de lo posible, la acústica; los intérpretes tuvieron que cambiarse en un cuarto adyacente al escenario por carecer el local de camerinos apropiados; el piano no pudo ser de cola porque hubiera sido imposible subirlo por el ascensor. Y sólo el alumnado matriculado, el profesorado y otras 15 o 20 personas más pudimos gozar del concierto. Todas estas circunstancias no hubieran tenido lugar si disfrutáramos ya de nuestra famosa, por desconocida, Casa de Cultura. ¿Por qué no podemos disfrutar de los acontecimientos de entidad que el Ayuntamiento que todos pagamos organiza?-
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