Belgrado procesará a Milosevic por delitos económicos y no de sangre
Los seguidores del ex dictador serbio rodean su residencia para evitar su detención
Los manifestantes están decididos a evitar por todos los medios que Milosevic sea sacado de su lujosa mansión y enfile el camino de la cárcel. 'Defenderemos a Milosevic y a Serbia con la última gota de nuestra sangre', vociferaban los reunidos ayer frente a la lujosa villa que el ex presidente tiene en la calle Uzicka, en un exclusivo barrio de la capital. Los simpatizantes del Partido Socialista de Serbia (SPS), la formación liderada por Milosevic, aseguraron estar organizados y en posesión de armas. 'La prensa no hace más que preparar la detención, pero no permitiremos que Milosevic sea detenido y llevado ante el Tribunal [Penal Internacional de la ONU para la ex Yugoslavia] de La Haya, ni tampoco que sea juzgado aquí por asesinato', explicaba un manifestante, quien terminaba amenazador: 'Si lo detienen, habrá una guerra civil'.
'No creemos que exista una sustancial evidencia contra el presidente de nuestro partido y antiguo presidente de Yugoslavia', aseguró ayer en rueda de prensa Ana Djurovic, portavoz del SPS.
El ministro Mihajlovic, por su parte, destacó que, de ser declarado culpable por un tribunal, Milosevic podría ser condenado a una pena de entre tres meses y cinco años de prisión. El anuncio del proceso se hizo público horas después de la revelación de un nuevo escándalo inmobiliario protagonizado por el que fuera el hombre más temido del país.
Precio más bajo
Milosevic adquirió en 1991 una mansión, propiedad del Estado, en el número 33 de la calle Tolstojeva, que convirtió en su residencia oficial y años más tarde sufriría los bombardeos de la OTAN. Según las leyes vigentes en aquel momento para comprar la vivienda, situada en un lujoso barrio de Belgrado, había que vivir ya en ella, requisito que el político serbio no cumplía. Además, en los documentos de compra ocultó sus datos personales aportando las cotizaciones laborales de su mujer, Mirjana Markovic, de manera que el precio fue inferior al que debía pagar.
De esta forma las autoridades yugoslavas apuestan por un enjuiciamiento rápido de Milosevic, aunque sea a costa de renunciar, momentáneamente, a los cargos más graves por los que se le investiga como asesinato y desaparición. La detención por motivos fiscales permitiría al Gobierno de Vojislav Kostunica presentarse ante la comunidad internacional con el ex presidente sentado en el banquillo de los acusados y no perder de esta manera las ayudas internacionales prometidas.
La justicia yugoslava se está encontrando con un auténtico muro a la hora de relacionar a Milosevic con el asesinato del editor Slavko Curuvija, la desaparición del ex presidente de Yugoslavia Ivan Stambolic y el atentado fallido contra el líder del Movimiento de Renovación Serbia (SPO), Vuk Draskovic. El Gobierno serbio anunció ayer que los servicios secretos de Milosevic no están relacionados con la muerte de Curuvija, lo que provocó la indignación de sus familiares. 'Estoy segura de que los servicios secretos le seguían, incluyendo el día que lo mataron', aseguró su viuda. En un intento de apagar las protestas que sólo sirvió para echar más gasolina al fuego de los rumores, el ministro de Justicia serbio, Vladan Batic, anunció que hoy sería detenida la persona que ordenó la muerte del editor. Batic señaló que se trata de 'una persona pública'.
De esclarecerse la muerte de Curuvija -quien, además de criticar la política de Milosevic, hizo públicos los manejos financieros tanto del presidente como de su mujer y de su hijo Marko-, sería el primer fruto concreto tras la detención del que fuera jefe de los servicios secretos, Rade Markovic, quien se ha convertido en la clave para poder enjuiciar a Milosevic por graves delitos de sangre. Pero si se demuestra que a Curuvija no lo mató el régimen, la justicia yugoslava tendría un cartucho menos que disparar contra el, hasta hoy, intocable político serbio.
En cuanto a lo que se conoce en Belgrado como la pista del oro, esto es, el envío al extranjero de 175 kilos de oro procedentes de una mina de Serbia, ayer se conoció en Belgrado que el oro fue trasladado en lingotes hasta el aeropuerto de Zúrich y allí viajó a bordo de dos vehículos hasta la caja fuerte de un banco suizo.
El dinero procedente de la venta fue ingresado en la cuenta de una compañía naviera griega y de otra empresa de Chipre, un paraíso fiscal en el que se cree que colocaron sus beneficios los líderes serbios de Bosnia, como Radovan Laradzic. Y partir de ahí los investigadores entran en terreno pantanoso, porque no está claro si del negocio se beneficiaron Milosevic y su familia, en cuyo caso sería robo, o el Estado yugoslavo, constituyendo entonces una violación del embargo internacional.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.