Viejecitos
Los cálculos de los demógrafos de la ONU son 'pesimistas', dicen los editorialistas. No lo creo. Bajar de 40 millones de habitantes que tiene España a 31 en 2050 me parece excelente. Ahora sobramos. Todo se ha preparado para eso: la electrónica; los ejércitos, el trabajo de la mujer. En el caso de que se mantengan trabajos humanos, como en lo que queda de la población agraria, podremos acoger a nueve millones de inmigrantes de los países arruinados. Todo se prepara con la clarividencia de la derecha capitalista para que vengan y tengan un trabajo meramente de subsistencia (o menos: El Ejido).
De ello vivirán los nuevos ancianos. La población española va a envejecer, y éste es otro tema de dolor de los editorialistas, que, como se sabe, no tienen edad. España envejecerá más que el resto del mundo: una edad media de 55 años. Me parece una edad perfecta, y estoy seguro de que la vida media de los países baja en la medida en que son pobres. Ahora en África: antes, aquí mismo. Y hoy aquí: en las zonas pobres, es mucho más baja que en las de mejor renta. El punto de vista pesimista se basa en que la vejez es cara. Sabemos que no es así: pensiones o subsidios o ayudas son escasos. Sabemos, también, que podemos trabajar mucho tiempo si se nos deja seguir en lo nuestro, aunque seamos menos 'agresivos' de lo que piden los anuncios. Puede ser lógico que, al reducirse los puestos de trabajo por la introducción de la máquina, se reserven para la clase de edad dominante, porque se ha quedado con la fuerza del Gobierno y los otros poderes (salvo la Iglesia); pero los inmensos beneficios de tener una producción creciente entre un número cada vez menor de personas indica que podrán repartir mejores pensiones entre las 'unidades de gasto', como los malditos llaman a los que reciben más ayuda de lo que pagan.
La noticia de que Telefónica ha aumentado de manera singular sus ingresos hasta ser la más rica de España, seguida por Repsol, me llena de alegría: significa que pagarán impuestos más altos y subirán las pensiones. Hemos enriquecido a esas empresas: parte tendrá que revertir en nosotros. Por eso soy optimista. No sé si este Gobierno, que es un Gobierno de empresarios (y patrón él mismo, y muy malo con sus trabajadores, los funcionarios): o tendrá que ser otro.
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