Balance negativo
Parece cierto que ya en estos momentos el balance energético en Cataluña es negativo. A esto habría que añadir la insuficiencia de las conexiones con Francia y el resto de España. Las perspectivas abonan las predicciones de déficit preocupante ya que en los dos últimos años el crecimiento de la demanda de energía en Cataluña ha sobrepasado en casi tres puntos al crecimiento económico, con lo cual se ha situado alrededor del 6%.
Desanima pensar desde la óptica de un crecimiento sostenible que de seguir esta escalada, sujeta sólo a las variaciones del ciclo económico, en dos años se podría alcanzar el objetivo de generar hasta el 2010 el 12% de la demanda a partir de energías renovables. La situación del sistema eléctrico en Cataluña, a la que debe añadirse la pésima calidad en distribución, es francamente mala.
La política energética en Cataluña merece, pues, un análisis crítico. No existe un plan energético catalán que conjugue ordenadamente la oferta con la demanda y en el que ésta sea gestionada adecuadamente. Tampoco existe un plan de eficiencia y ahorro energético. Como tampoco existe un plan de fomento de las energías renovables que permita asegurar el objetivo del 12% en el 2010, e incluso superarlo, tal como se está planteando la Unión Europea. Si a esto le añadimos el proceso de liberalización, sus formas y maneras, planea sobre los responsables energéticos institucionales y del sector el síndrome de California. Y ahora todo son prisas para no llegar al colapso de aquí al 2010.
Debe, pues, exigirse al Gobierno -el Parlament viene insistiendo en ello- que el plan energético catalán sea diseñado con criterios de sostenibilidad. Paralelamente, deben impulsarse nuevos proyectos de generación, los estrictamente necesarios. Dejando de lado las centrales nucleares y las de carbón y fuel, las unas por su peligro potencial y por la hipoteca de los residuos, las otras por su mayor impacto en la atmósfera, en estos momentos parece que las centrales de ciclo combinado se impondrán.En cuanto a su ubicación, es necesario superar el modelo de los años sesenta y setenta, cuando se produjeron las grandes concentraciones al norte de la Ribera d'Ebre que han llevado al monocultivo energético, lo que ha inducido en la zona la regresión demográfica. Una zona, por otra parte, que contribuye ampliamente al aporte de energía y que bien se merece la diversificación.
Antoni Sabaté, es alcalde de Flix y diputado en el Parlament por el PSC-CPC.
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