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Dictadores crean comisiones de derechos humanos para encubrir abusos en África

Ramón Lobo

África es el continente con mayor número de comisiones gubernamentales de derechos humanos del mundo. De la única existente en Togo en 1989 se pasó el año pasado a 20, mientras que otras cuatro están a punto de iniciar su actividad en 2001. En un informe de 407 páginas titulado ¿Protectores o encubridores?, la ONG Human Rights Watch (HRW) sostiene que muchas de estas comisiones oficiales tienen en realidad como verdadero objetivo camuflar abusos o dar una pátina de credibilidad a gobiernos dictatoriales y poco sensibles con los derechos ajenos.

Cinco son los casos negativos: Liberia, Camerún, Sudán, Chad y Kenia, donde sus respectivas comisiones de derechos humanos ejercen como meros instrumentos de la contrapropaganda oficial. En otros tres, Argelia, Túnez -con significativos silencios en la represión de los islamistas- o la pionera de Togo, HRW asegura que los comisionados de derechos humanos tratan de disfrazar las implicaciones de sus respectivos Gobiernos en matanzas y diversos abusos, o, como sucedía en Nigeria durante los regímenes militares, evitan todo caso potencialmente delicado para sus autoridades.

Estas comisiones nacen por lo general con el asesoramiento legal y la financiación de la ONU, pero después son abandonadas a su suerte por este donante, que no vigila el buen uso de los fondos entregados, según denuncia HRW. Esta ONG pondera el coraje de otros muchos comisionados africanos, quienes denuncian violaciones en un ambiente político hostil. El informe destaca a tres como paradigmas del excelente trabajo independiente, las de Ghana, Suráfrica y Uganda, y recoge importantes avances en Malaui y Senegal.

'Los gobiernos africanos están saltando al vagón de cola del tren de los derechos humanos, pero no parecen demasiado interesados en defender a las víctimas', asegura Peter Takirambudde, director ejecutivo de la división africana de HRW. 'Muchas de las comisiones de derechos humanos de esos gobiernos son débiles [y sin capacidad legal para actuar]; Naciones Unidas y los diversos donantes internacionales no deberían dar legitimidad a esas organizaciones que sirven como escaparate', añade.

'Millones de africanos son desplazados, torturados o asesinados', afirma Binaifer Nowrojee, autor principal del informe. 'La auténtica y triste realidad sigue siendo que muchas de estas comisiones cierran los ojos a los abusos cometidos'.

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