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Tribuna:REDEFINIR CATALUÑA
Tribuna
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La reina de los ignorantes

¿Cómo voy a obviar, en este intento de bisturí a las propias entrañas, lo que ha ocurrido con nuestra Marta nacional? Y no me refiero a ello para analizar, en términos de coyuntura, sus ilustrativas declaraciones, sino para analizarlas en términos estructurales. Cuestión de fondo. Cuestión de fondo porque Marta, tan auténtica ella, no ha hablado por boca de primera dama institucional, sino como si fuera nuestra querida tía María, como si el oncle Josepet, con café y puro de sobremesa, nos ilustrara sobre los peligros que acechan a la madre patria. 'Estos moros nos van a llenar de mezquitas', 'no hacen más que pedir comida', 'van bruts, i són maleducats, i no saben català...'. Ayer mismo me decía Pujol, en un encuentro en Ona Catalana, que el 80% de la gente está con su mujer, aunque los sectores políticos y opinadores estén en el otro lado. 'Los sectores ilustrados tendremos que cambiar de opinión', aseveraba. 'O cambiar de mujer', le espetaba esta servidora con evidente sarcasmo. Pero es cierto, Marta ha sido más la nostra que nunca, ha elevado a categoría institucional la voz del pueblo, y por ello sabe que, por mucho artículo que la crucifique, por ahí no pierde votos. Al contrario, hoy es más nacional que nunca, casi coronada por ese halo rutilante que da la valentía. 'Això és una dona', catalana, sí señor, cristiana, heroica.

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Que la heroicidad se la gane a porrazos de pobre emigrante marginado es un pecado menor, porque el seny indica que lo importante no es el hambre que padecen los miserables, sino el dios al que rezan y si lo hacen o no en fabriano catalán.

Ahí voy, pues, a las entrañas donde la bestia duerme y de vez en cuando ruge, con su lindo pensamiento bien adentrado en el estómago, ahí voy a mirarme al espejo a ver si de una vez por todas me repugna mi imagen. No habrá ninguna redefinición de Cataluña, no existirá ningún paradigma nuevo que nos permita avanzar, no seremos mejores -más decentes- si de una vez por todas no vamos a la raíz de nuestra miseria colectiva. Porque, president, si el 80% está con tu mujer, no es que Cataluña tenga razón, es que Cataluña está enferma. ¿O es que el pueblo tiene razón cuando mata a bandazos a la ilustración? ¿La Marta? La Marta es pueblo puro, esencia de pueblo, y por eso ha situado su inteligencia en el bajo vientre. Decía Pujol que a eso se le llama 'inteligencia emocional'. ¿Inteligencia? ¿Emocional?

La Ilustración. ¿Hemos sido alguna vez ilustrados? Sostengo que para nada, más allá de nuestros mitos literarios, que los tenemos, y de algunos intelectuales que han sido tan notables como escasos. Que de Francesc Pujols las naciones cultas están llenas, y aquí los tenemos casi como reliquias exóticas. No somos un pueblo ilustrado, somos un conjunto de gentes que tienen -y aborrecen- a un grupito de notables leídos, pero cuya mayoría aplastante se divide (en expresión feliz de un buen amigo) entre lo asilvestrado -generalmente pudiente- y lo directamente analfabeto. No se trata, como en las pérfidas Albiones o en las revolucionarias Francias o en las sesudas Alemanias, de tener clases cultas o incultas, sino de vivir en una feliz, arraigada y absolutamente mayoritaria incultura ilustrada. A golpes de Contrarreforma, de formarnos el espíritu nacional con sobredosis de Ejército e Iglesia, a fuerza de cargar la historia con dogmas integristas que mataban las escasas luces, el país no sólo nos ha salido analfabeto, sino encantado de serlo. Es la Arcadia pequeño-burguesa que reduce la expresión pública de la sabiduría a las dimensiones de una buena biblioteca, por supuesto a juego con el comedor. Sí. Un poco de Liceu, un poco de Palau, un poco de Ateneu, pero ¿eran templos de sabiduría o rutilantes promenades para sacar a pasear las pieles?

No creemos en la inteligencia. Si hay sabios, se van de viaje para volver luego como catalanes universales: porque, eso sí, nos va muy mucho la nostalgia. Si hay escritores, los hay de dos tipos: los héroes, que triunfan por héroes, con independencia de su categoría, y los raros que seguramente escriben bien, pero ¿quién los quiere si no se dedican a salvar a la patria del dragón que nos acecha? Ya sé, ya, que tenemos el récord mundial de premios literarios por metro cuadrado, pero eso, colegas, no es literatura, sino gastronomía y paseíllo. Y también me sé lo del poeta nacional -uno por generación-, lo de la cantante nacional, lo del dramaturgo nacional, lo del novelista nacional, etcétera. Sólo uno de cada cosa, para no empacharnos, y bien cargado de patria. Que de literatura sola no vive un buen catalán pata negra. Para poner el ejemplo máximo, y otra vez vampirizando a ese cerebro bien amueblado que me chiva ideas, mientras en Inglaterra se zampan a Jane Austen o a doña Virginia, y en Noruega maman a Ibsen en la cuna, y en Francia aprenden con Madame Bovary a vivir felizmente su tendencia a la infidelidad, aquí leemos en el bachillerato los problemas de un señor que va todo el año empalmado. Y eso con perdón del divino Monzó, que no tiene la culpa de haber sido entronizado como el divertido nacional.

Se trata de eso, de que nos divierte leer algo y tener tres libros y medio y hasta una fiesta que entroniza la lectura cual reina por un día. Pero no somos un pueblo culto. Somos un pueblo cargado de incultura, de dogmas ancestrales, de miedos atávicos, perfectamente situado en un feliz estadio de pensamiento congelado. 'Pensamiento emocional', repite el presi..., y una se pregunta qué tendrán que ver las emociones con esos primarios y nacionales instintos básicos.

Por eso triunfa la Marta, porque ejerce de primera dama de la incultura reinante con la desenvuelta alegría de los ignorantes felices. Habla la voz del pueblo, se alza el pensamiento colectivo en forma de valiente mujer agustiniana, caen las trampas de la inteligencia, el sentido catalán reluce, que suenen las campanas. Y las campanas, ¡ay!, suenan, para delito de los pocos que aún son cultos. La Marta tiene razón cuando finalmente alza la voz y toma la palabra. Tiene razón porque el pueblo se la ha dado. ¿Y quién puede ser más sabio que un pueblo de incultos?

Pilar Rahola es escritora y periodista. pilarrahola@hotmail.com

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