Abandono de la política
La primavera electoral vasca ha venido y todo el mundo sabe cómo ha sido. Nadie puede llamarse a engaño. Ni los ciudadanos que integran el cuerpo electoral en el País Vasco que van a tener que ejercer su derecho de autodeterminación política como lo vienen ejerciendo desde 1980 de manera periódicamente renovada, es decir, como se ejerce dicho derecho en toda democracia digna de tal nombre. Ni los partidos políticos que han interpretado la manifestación de voluntad del cuerpo electoral en las pasadas elecciones de una manera que ha obligado la convocatoria anticipada de éstas. Ni los ciudadanos y los partidos políticos del resto de España, que aunque no estemos convocados a las urnas, también hemos tenido que ver, activa y pasivamente, con lo que ha pasado en el País Vasco y vamos a tener que ver con lo que pueda pasar. Conviene, pues, que todos reflexionemos sobre ellas.
Y no es fácil. Además de la imposibilidad de interpretar la posible participación de ETA en el proceso electoral, aunque el atentado de ayer indica que está dispuesta a intervenir muy activamente, esta convocatoria electoral es difícilmente interpretable en términos convencionales, es decir, en términos políticos, porque en esta última legislatura se ha puesto en cuestión el marco jurídico definidor del sistema del que las elecciones son una parte. Una convocatoria electoral únicamente tiene sentido o como convocatoria única y excepcional constituyente o como repetición periódica en el interior de un sistema jurídicamente definido. A la primera le da sentido el futuro, la Constitución que se tiene que hacer. A las segundas, pues aquí sólo se puede hablar en plural, les da sentido el pasado, en el País Vasco la Constitución y el Estatuto de Autonomía con base en las cuales se convocan. Sin esa referencia, las elecciones son un sinsentido. El enfrentamiento electoral deja de ser un enfrentamiento político para pasar a convertirse en un enfrentamiento civil.
Es obvio que en unas elecciones se puede proponer la reforma de la Constitución y / o el Estatuto de Autonomía. Éste era el punto primero del Pacto de Ajuria Enea, que no solamente afirmaba la vigencia del Estatuto de Autonomía como marco para la acción política, sino que contemplaba también expresamente la posibilidad de su reforma, si bien excluía cualquier reforma que no se hiciera siguiendo el procedimiento de reforma previsto en el propio Estatuto. Lo que venía a decir dicho pacto es que fuera del Estatuto de Autonomía no hay política. Habría otra cosa, pero no política. Y sin política no tienen sentido las elecciones.
Para mí éste ha sido el error del PNV con la firma del Pacto de Lizarra. Abandonar la Constitución y el Estatuto de Autonomía es dejar de hacer política y abrir la vía hacia el enfrentamiento civil. Aunque no se quiera. Estoy convencido de que ésa no era la voluntad del PNV. Creo que pensaban que estaban abriendo una vía de paz en el País Vasco. Lo que ocurre es que eso es imposible conseguirlo dinamitando el marco jurídico de referencia de todo el sistema político. Una vez que se abandona la Constitución y el Estatuto de Autonomía, el resultado es la jungla. Independientemente de la buena voluntad que se tenga. La política es la expresión de la libertad del ser humano. Y la libertad existe por el límite que supone la norma jurídica. Sin límite no hay libertad. Sin el límite jurídico la conducta humana estará dominada por el azar o por la necesidad, pero no podrá ser valorada en términos de libertad, es decir, en términos políticos.
Esto es lo que en el País Vasco significaba la Constitución y el Estatuto de Autonomía y es lo que le ha dado sentido a todos los procesos electorales que se habían venido celebrando desde 1980 y a la vida parlamentaria que se desarrollaba con base en los mismos. Esto es lo que se ha perdido en esta última legislatura. La práctica parlamentaria de estas últimas semanas ha sido un buen botón de muestra. El Pacto de Lizarra supuso para el PNV el abandono de la política. Por eso para él las elecciones no tenían sentido y se resistía a convocarlas. Ese ha sido su enorme error y es lo que lo coloca en una situación muy difícil de cara al 13 de mayo.
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