El 'comando Donosti' comete su 19º atentado desde que ETA rompió la tregua hace 14 meses
El comando Donosti se apunta con el de ayer una nueva acción, la número 19 de las cometidas en Guipúzcoa desde que la banda terrorista rompió la tregua, el 3 de diciembre de 1999. Ya han matado a siete personas y perpetrado más de un tercio de todos los atentados firmados por ETA desde su regreso a la actividad violenta. Se confirma de este modo como el grupo actualmente más dinámico y mortífero de la nueva estructura interna formada por ETA en esta etapa, que se caracteriza por tener al frente de su aparato militar y político a una dirección rejuvenecida, procedente de las filas juveniles del movimiento independentista.
Los expertos antiterroristas consideran al Donosti como un comando integrado por varios grupos de miembros legales, es decir no fichados por la policía. Un comando que se apoya en una importante ayuda exterior, de colaboradores que, además de proporcionar infraestructura para su movilidad en clandestinidad, les aportan información específica sobre objetivos y movimientos de las futuras víctimas. Los expertos atribuyen también a este comando capacidad itinerante fuera de Guipúzcoa, como lo demuestran dos de los coches bomba explosionados en la localidad vizcaína de Getxo.
Sin embargo, sus principales atentados los ha ejecutado en Guipúzcoa de una forma sistemática, cada vez que los comandos exteriores de Madrid, Barcelona o Andalucía caían por la fuerte presión policial. Este comando se ha convertido así en el principal recurso de ETA para intervenir en la vida vasca cada vez que lo ha considerado políticamente oportuno. Su anterior acción fue el asesinato con una bomba lapa del cocinero Ramón Díaz en Loyola, un barrio colindante al de Martutene, donde ayer la banda etarra firmó el doble asesinato.
Casi un mes después del macabro estreno de ETA en 2000, los trabajadores de la empresa Elektra, SA, de San Sebastián, Josu Leonet Azkune y José Angel Santos Laranga, murieron ayer asesinados al explotarles un coche bomba -cinco kilos de explosivo, según Interior- que fue accionado a distancia y estaba dirigido contra el concejal socialista de Ordizia, Iñaki Dubreuil, que resultó herido por la metralla, así como su escolta y otros dos empleados de la citada empresa. El edil, que acababa de bajarse en el apeadero de Martutene del tren de cercanías junto a numerosos pasajeros y que se dirigía a su trabajo en un centro ocupacional de este barrio donostiarra, fue afectado por la explosión del coche bomba, un Renault 19 de color verde que se encontraba aparcado en batería junto a la acera por la que discurría la comitiva de trabajadores que, tras descender en el apeadero, se dirigían apresuradamente, minutos antes de las 08.00, a su trabajo.
Testigos presenciales que vieron cómo, tras una impresionante detonación, se producía una gran humareda y reinaba la confusión en los primeros momentos, aseguraron que la persona que había producido la detonación había tenido que observar necesariamente que, junto al edil socialista que era su objetivo, pasaba más gente ante el coche bomba. Los dos obreros que resultaron muertos circulaban justo delante de Iñaki Dubreuil, que iba seguido por su escolta a unos metros de distancia. Ambos resultaron heridos, mientras que la explosión alcanzaba de lleno a cuatro trabajadores de la empresa Elektra, dos de los cuales resultaron muertos y los otros dos, Igor Larrea y José Ignacio Urrestarazu, heridos de gravedad.
La deflagración esparció por el suelo a los seis víctimas, según testigos presenciales. Estos explicaron cómo el coche, convertido luego en un amasijo de hierros, se desplazaba como una bola de fuego desde su posición en batería, derribando al suelo a quienes transitaban por la acera. La confusión reinante en las primeras horas originó tal desconcierto que nadie, ni testigos ni periodistas que acudieron al lugar en los primeros momentos, supo el verdadero alcance de la tragedia hasta que el Hospital Aránzazu certificó dos horas más tarde que había dos muertos.
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