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Los refugiados kurdos declaran que embarcaron en Turquía

Los 910 inmigrantes clandestinos kurdos del buque East Sea son ahora, y por ocho días, personas que disponen de un salvoconducto que les autoriza a moverse libremente por territorio francés -en la práctica nadie ha querido moverse del campamento de Fréjus- y a solicitar documentación en tanto que refugiados políticos. Un organismo, la OFPRA (Oficina Francesa de Protección de los Refugiados y los Apátridas), dependiente del Ministerio de Exteriores, decidirá en un plazo de entre dos meses y un año si ésa es la categoría jurídica adecuada a su situación. Mientras, deberán esperar cobrando un modesto subsidio de 1.840 francos mensuales (unas 46.000 pesetas) por adulto y contando con la ayuda de ONG, tal y como han hecho los más de 40.000 extranjeros instalados en Francia en el año 2000 con la esperanza de ser considerados refugiados políticos.

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Pero el caso del East Sea revela también que, según se deduce de los más de 400 relatos recogidos por jueces y traductores, las autoridades turcas no son inocentes en este tráfico humano. El casi millar de kurdos abandonados en la Costa Azul vivió tres semanas en territorio turco, justo antes de embarcar. Imposible imaginar que su presencia no fuera detectada por los militares turcos. Según el semanario Le Canard Enchaîné, los servicios secretos franceses habrían recibido mensajes de sus homólogos turcos en el sentido de que 'al reconocer un pretendido genocidio armenio, Francia pierde un aliado fiel. Y un aliado es la mejor barrera contra el riesgo de una llegada masiva de refugiados'.

El caso también pone de manifiesto que el Gobierno de Irak sigue su política de arabización forzada del pueblo kurdo, incluido el que vive al norte del Paralelo 36. La mayoría de los 910 inmigrantes kurdos provienen de Mossul, ciudad petrolera situada en la zona oficialmente protegida por la ONU. Los testimonios coinciden: ser kurdo equivale a estar en inferioridad de condiciones respecto a la población árabe.

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