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Ferrusola expresa su preocupación por el 'alud de la inmigración'

La conferencia de Marta Ferrusola se realizó ayer por la mañana en el centro cultural de la Caixa de Girona frente a un público mayoritariamente femenino y de la tercera edad. En ella, la esposa de Jordi Pujol reflexionó, a la manera de un análisis personal, sobre las tres fidelidades de su vida, a saber: la familia, Cataluña y el deporte. Con respecto a la coyuntura política, se mostró pesimista: 'Si los catalanes no nos preocupamos de Cataluña, los otros nos la destruirán. Todas las baterías apuntan en contra de Cataluña. Estamos retrocediendo no cinco, sino 19 o 20 años'. Sin precisar a qué enemigos se refería afirmó: 'Van en contra de nuestro país, en contra de lo mucho que hemos remontado'.

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Durante el turno de intervenciones del público, Marta Ferrusola fue interpelada a propósito de la inmigración. La definió como 'alud muy distinto a las emigraciones de 50 años atrás'. 'La inmigración que ahora llega tiene una cultura distinta y una religión distinta y quieren que se respete'. Tomando como ejemplo el episodio de los 900 kurdos que han embarrancado en costas francesas, dijo: 'Les ofrecieron comida, pero ellos dijeron 'no podemos comer eso'...'. Y se lamentó: '¡No basta con acogerlos, tiene que ser con su comida! Como personas debemos estar abiertos, pero... ¡con estas imposiciones! Quizá las iglesias románicas ya no servirán dentro de un tiempo, y servirán las mezquitas'. Ferrusola redondeó su queja exclamando: '¡Ahora mismo tenemos el caso de estos que se han encerrado en las iglesias de Barcelona...!'. Su razonamiento culminó con el relato de dos anécdotas de un viaje que hizo con su esposo al desierto de Marruecos. Allí encontraron a un ciudadano marroquí que les habló en catalán. 'Había vivido en la Bisbal', recordó la esposa del presidente, 'y nos hizo ilusión, pero nos avisó: 'los que vienen ahora no sé si hablarán catalán'. Ferrusola explicó que a este ciudadano marroquí le respondió ella con optimismo: '¡Se lo enseñaremos!'. Optimismo que al parecer no puede mantener con respecto a la religión: 'Ellos que la practiquen, pero ¡que no nos la impongan a nosotros!'. En la siguiente anécdota se refirió a una misionera que les explicó que en Marruecos no pueden propagar la religión católica. 'Incluso el hábito les prohibirían, pero la monja ya lo dijo 'el hábito no nos lo quita nadie'. Ellos en cambio aquí no hacen esto', concluyó Ferrusola: 'Quieren imponer sus cosas. Ahora bien, nosotros, seguiremos con la lengua: que la hablen'.

Una mujer del público se quejó de la escasez de las ayudas a la natalidad. 'Yo no mando', respondió la esposa del Pujol. 'Sólo puedo practicar el boca-oreja. El problema es que las ayudas sólo sirven para los inmigrantes que acaban de llegar'. Se produjeron en la sala fuertes murmullos de aprobación. Y Ferrusola continuó: 'Tienen poca cosa, pero lo único que tienen son hijos (...). Mi marido dice que hay que tener tres hijos, pero (...) las ayudas son para esta gente que no saben lo que es Cataluña. Sólo saben decir 'dame de comer''. Finalmente sobre las viviendas sociales dijo: 'Mi marido está cansado de darlas a magrebíes y gente así...'.

Otra persona se lamentó de la escasa presencia del catalán en las calles. 'Esta gente saben hablar catalán muy bien y no hay que ceder ni así', le contestó Ferrusola alzando el brazo y mostrando una ínfima parte del dedo gordo. Después otra señora del público se quejó de las ridículas pensiones que muchos jubilados cobran y las comparó con las ayudas que reciben los inmigrantes ('estos ecuatorianos, por ejemplo, han recibido ciento y pico mil pesetas mientras que de los de aquí nadie se preocupa'). Marta Ferrusola, dio por terminada su charla con una anécdota de la infancia de sus hijos: 'A veces, jugando en el parque se me acercaban y decían: 'Avui no puc jugar, mare, tots són castellans'.

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