El arte político huye del panfleto
La feria ofrece una variada propuesta de creaciones artísticas de carácter reivindicativo
'Procuro que la técnica sea muy exquisita para que no haya fisuras desde el punto de vista estético y el resultado sea bonito. Son cuadros trampa, porque, evidentemente, lo que me interesa es el contenido y expresar mi opinión sobre lo que pasa en mi país, Euskadi, no desde el ámbito exclusivamente político, sino a través del arte'. Lo explica José Ramón Morquillas (Baracaldo, 1947), artista que presenta sus piezas -un minucioso collage con paisajes vascos de policías, basura, el Guggenheim y políticos, flanqueados siempre por una cucaracha y una pistola- en el pabellón de la galería bilbaína Vanguardia, siempre repleto de gente que mira y, confiesa la galerista, no se atreve a comprar.
'Intento plantear preguntas sobre las falsas fronteras y sobre la relación entre cultura y naturaleza en este momento, pero es muy importante que las piezas sean muy estéticas y bonitas, que parezcan amables aunque en el fondo lo que cuestionan son conflictos', afirma Yuval Shaul (Israel, 1961), que presenta sus obras, falsos mapas realizados sobre cuero de animales, en la galería Julie M. de Tel Aviv.
El ascenso del ultraderechista Jörg Haider, tras las elecciones de 1999 en Austria, tuvo una inmediata repercusión en el mundo de la cultura.'La situación política ha sido un tema de debate reciente en el mundo del arte austriaco', afirma Sabine Schaschl, comisaria de la representación austriaca en la sección Cutting Edge, de Arco. 'Pero no se puede hacer arte político de un día para otro y, además el arte político del siglo XXI no es tan realista, panfletario o explícito como fue el que se hizo a principios del XX'. Schaschl ha reservado un espacio abierto, dentro de Arco, en el que hay obra de artistas de cinco galerías, 'las que tienen una apuesta más clara por el arte joven más internacional'. Las piezas que se exhiben no son abiertamente políticas, aunque hay alguna, como las pinturas de Anna Meyer, más claramente centradas en lo social. 'A mí me interesan los artistas que manifiestan alguna posición ante la realidad, sea política o no. Pero, como se ha dicho: todo arte es político', añade Schaschl.
Desde esta perspectiva pueden verse, por ejemplo, las obras del japonés Takashi Homma (Tokyo, 1962), que presenta en la galería Taka Ishi fotografías de su serie sobre los suburbios de Tokio, muy parecidos, en su homogenización, a los de cualquier otra ciudad. Como Madrid, por ejemplo, que es el escenario del final del proyecto Milutown, del barcelonés Josep Maria Martin, que en el Project Rooms de la galería Antonio de Barnola ofrece dos fotografías de una zona desolada de Vallecas y la transcripción de una conversación en chat por Internet de tres de sus habitantes: una jubilada de Toledo, un emigrande ucranio y un matrimonio de emigrantes ecuatorianos.
La emigración, en esta ocasión la que protagonizan los africanos que atraviesan el Estrecho en patera, es el tema de otro Project Room, el de Rogelio López Cuenca en la galería Juana de Aizpuru. Y en esta misma sección, el puertoriqueño C. I. G. Lang presenta su proyecto Entrevista a Paisajes, en el que documenta con sentido del humor el proceso de construcción especulativa y de destrucción del entorno natural que sufre la isla. De hecho, la colonización cultural, y económica, de las grandes multinacionales y la pérdida de control sobre el propio entorno local y vital son temas que, directa o indirectamente, aparecen en muchas de las obras que pueden verse en Arco, desde las fotografías de Antoni Muntadas a la gran horca coloreada e irónica que presenta el escocés Ross Sinclair en el pabellón de la galería londinense The Agency.
Babelia
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