Arafat exige a Sharon que no dé marcha atrás y respete los avances negociados con Barak
'No aceptaremos más que los acuerdos firmados con los palestinos', anunciaba ayer pública y solemnemente Zalman Shoval, consejero diplomático del nuevo primer ministro israelí Ariel Sharon, tratando de trazar la línea de partida de las futuras conversaciones de paz con Yasir Arafat. Los propósitos de Shoval, que invalidan las conversaciones, acuerdos y pactos verbales logrados durante los últimos meses de la Administración de Barak, especialmente en las últimas semanas en Taba, confirmaban lo anunciado 24 horas antes a EL PAÍS por el portavoz oficial del Likud, Miajel Adari, quien aseguró que 'Sharon no se siente comprometido por los pactos de Barak'.
Zalman Shoval -dos veces embajador de Israel en Estados Unidos, próspero hombre de negocios de Jerusalén y compañero de uno de los padres de la patria, Moshe Dayan- ha sido el encargado de lanzar el guante a los palestinos y despertarlos a su fría realidad. Nada será como antes y a partir de ahora habrá nuevas reglas de juego basadas en viejos conceptos, como la 'unidad e indivisibilidad de Jerusalén', que se creían ya superados gracias al espíritu liberal del equipo de negociadores de Ehud Barak.
Segun la radio israelí, anoche Sharon conversó telefónicamente con el número dos de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), conocido como Abu Mazen, y le aseguró que la condición previa para volver a las negociaciones es que los palestinos renuncien a la violencia.
Partir de cero
Por su parte, tanto Barak como el departamento de Estado norteamericano reconocieron ayer que las últimas propuestas de paz y las conversaciones subsiguientes no vinculan a los nuevos Gobiernos de Israel y EEUU. El presidente George Bush telefoneó ayer a Arafat y le pidio que contribuya 'a calmar la violencia en Oriente Próximo'.
Cualquier cosa que se dijera o se mencionara en Taba y no se plasmara por escrito no vincula al Gobierno israelí', insistió ayer, intransigente, el portavoz diplomático del nuevo jefe de Gobierno, sin hacer ningún caso de las bravatas palestinas que aseguran que si Sharon persiste en esta actitud, se colocará en abierta confrontación con los palestinos, los árabes y el mundo entero, y llevará la región a un desastre.
La diplomacia emergente del nuevo primer ministro israelí aseguró asimismo ayer que no iba a reanudar las negociaciones con Siria a partir del punto en que se habían quedado durante la Administración laborista, entre otras razones porque el propio Sharon se ha comprometido con el electorado de los Altos del Golán a no devolver la zona al régimen de Damasco, potenciando su valor estratégico y militar y manteniendo todos y cada uno de los asentamientos. El compromiso quedó cerrado el martes, cuando el 62% de los electores de los Altos del Golán dieron su apoyo a Sharon.
'Una reanudación de negociaciones con Siria debe efectuarse sin condiciones previas. Las condiciones puestas por Damasco son inaceptables', recalcó ayer Shoval, respondiendo a una oferta de negociación lanzada por Bashar el Assad horas antes, en la que se tendía la mano abierta al nuevo Gobierno de Israel y se planteaba la posibilidad de reabrir un diálogo siempre y cuando aceptara la retirada de las tropas hebreas del Golán.
El doble desplante de Sharon ha indignado a la diplomacia árabe, que se dispone a plantarle cara en un intento de hacerle fracasar en su nueva estrategia de paz. El primero en hablar ha sido el presidente egipcio, Hosni Mubarak, quien ha alertado a Sharon contra 'una multiplicación de peligros si las negociaciones de paz fracasan o se intenta ignorar los resultados de las negociaciones alcanzadas en todos los contenciosos'.
El ministro de Defensa egipcio, el coronel Mohamad Hussein Tantaui, lanzaba poco después una segunda advertencia contra Sharon, al afirmar en un acto castrense: 'Vivimos una etapa extremadamente importante para la realización de la paz, pero esto no nos hace olvidar que estamos bien preparados para la guerra'.
Los movimientos radicales palestinos respondieron ayer también al mensaje de Sharon. Lo hicieron con un coche bomba. Explotó en el corazón del barrio religioso de Mea Sharim, en el Jerusalén judío, causando una decena de heridos. El atentado fue reivindicado por un grupo desconocido que aseguró actuar en nombre de los 'mártires de Sabra y Chatila', los campos de refugiados palestinos en las cercanías de Beirut donde, en 1982, el entonces ministro de Defensa Ariel Sharon se manchó las manos de sangre al permitir a las milicias cristianas libanesas matar a centenares de civiles.
Sharon se reunirá hoy con Barak por primera vez desde las elecciones para tratar del traspaso de poderes.
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