España endurece las críticas a Londres y mantendrá fuertes restricciones a Gibraltar
La Embajada británica en Madrid se limitó ayer a constatar 'el cambio de tono' por parte de un Gobierno que, en el último quinquenio, había facilitado incluso la resolución de viejas reivindicaciones gibraltareñas, como la homologación europea de los permisos de conducir y los carnés de identidad de los llanitos, aunque Londres había ignorado por completo las propuestas hechas en los últimos años por el anterior ministro de Exteriores del PP, Abel Matutes, para desbloquear las negociaciones sobre El Peñón. La idílica relación entre el primer ministro laborista inglés y el presidente popular del Gobierno español, capaz de producir iniciativas conjuntas para acelerar la liberalización de las economías europeas y de resistir a las sucesión de situaciones embarazosas creadas por la decisión británica de reparar el submarino Tireless en Gibraltar, se ha impuesto sobre cualquier otra circunstancia como un hecho nuevo en las relaciones entre el Reino Unido y España.
El PSOE, a través del senador José Carracao, al que Piqué respondió ayer una pregunta formulada en fecha tan remota como el pasado 5 de octubre, sugiere que este cambio de tono es una simple estrategia para compensar lo mucho que Madrid está cediendo en el caso del Tireless . 'Basta ya de mano dura con el débil [por los gibraltareños] y servilismo con los poderosos [por los británicos]', dijo Carracao en su réplica. En otros medios de la oposición se recuerda que Piqué ya jugó un papel de malo en esta historia el pasado mes de octubre, mandando una dura carta sobre el submarino a su homólogo británico, Robin Cook, que Aznar dejaría sin valor un día después al recibir a Blair en Madrid entre gestos cordiales y bromas, como El submarino amarillo, que han traído cola.
Para la diplomacia española, la intervención de ayer de Piqué no es sino la continuación lógica de la petición hecha el pasado 24 de enero por el ministro a Cook de reabrir el diálogo sobre la soberanía de Gibraltar, retomando el llamado 'proceso de Bruselas', que estableció en 1984 unas conversaciones simultáneas sobre cooperación hispano-británica, y el problema de fondo que es la colonia.
Piqué, que reiteró esa petición por carta, declaró la semana pasada que no esperaba recibir una respuesta rápida, y menos teniendo en cuenta que en el Reino Unido se habla de elecciones para primavera. Ayer, rompió claramente con esa línea.
Pese a los argumentos del Gobierno de Londres, que han hecho que resulte 'baldío' el esfuerzo español de avanzar en el proceso de Bruselas, 'la realidad', dijo Piqué, 'es más simple: su rechazo a tratar con nosotros las materias de soberanía'. 'El problema no es la viabilidad del proceso', señaló, 'sino la falta de voluntad política por parte británica para llegar a un acuerdo'.
Así, pese al 'creciente entramado' de vínculos entre los dos países, afirmó el ministro, 'Gibraltar continúa impidiendo que nuestras relaciones bilaterales puedan alcanzar su plenitud. Es más, podrían sufrir un deterioro si prosperasen los proyectos de reforma de la constitución' para acercar la colonia hacia la independencia.
Un millón de teléfonos
'Mientras prosiga esta carencia de diálogo', prosiguió Piqué, 'no cabe ninguna flexibilización por nuestra parte. En este sentido, proseguirán nuestras restricciones, y más en concreto las navales, entre Gibraltar y puertos españoles en ejercicios OTAN'. Los buques de guerra británicos no están autorizados a entrar en puertos españoles si vienen directamente de Gibraltar. Deben tocar otro país para una escala intermedia. Piqué reiteró, además, la petición de que se cree algún 'marco para el intercambio de información' en torno a la base militar, que ya formuló a raíz de caso del Tireless.
Pero la mayor 'firmeza' del ministro se refiere a la vida civil de una colonia que, dijo Piqué, 'se ha convertido en una economía parasitaria que, lejos de producir, vive de España, en especial a costa del Campo de Gibraltar, sobre el que ejerce un efecto de succión'.
Los polémicos controles al tránsito de españoles y gibraltareños en La Verja 'si de algo pecan, sería de una excesiva laxitud y permisividad frente a ese gigantesco duty-free orientado al mercado español que es Gibraltar', sostuvo el ministro, tras constatar que la economía de La Roca se basa en dos factores: la exenciones fiscales y la opacidad de su sistema financiero.
'En telefonía, al amparo de una supuesta medida de cooperación', dijo también Piqué, 'Gibraltar intenta ejercer una competencia desleal'. 'En 1986', explicó, 'y ante el clima de esperanza abierto dos años antes por la Declaración de Bruselas, la compañía Telefónica concedió 30.000 líneas a Gibraltar integrándolas en el prefijo de la provincia de Cádiz. Hoy Gibraltar nos pide un millón de líneas adicionales. Resulta a todas luces desproporcionado para una población de apenas 30.000 habitantes, y de concedérselas nuestras empresas tendrían que competir con compañías que ofrecerían desde Gibraltar servicios de Telefonía sin cobrar el 16% de IVA aplicable en España'.
La conclusión, una vez más, 'soberanía y cooperación son dos elementos concatenados'. No se puede desarrollar la segunda sin hablar de la primera.
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