El difícil camino desde la facultad hasta la galería de arte
No pasan desapercibidos. Son jóvenes que destacan porque habitualmente no se les ven ni las manos ni la cara a causa del voluminoso y pesado material que cargan sobre sus brazos y espalda día a día. La mayoría de los alumnos del campus de Leioa de la UPV han podido observar en alguna ocasión cómo se reducía el espacio en el autobús o en la cafetería cuando un estudiante de Bellas Artes hacía acto de presencia depositando en el suelo todos esos objetos extraños junto con pinturas, cartones y un amplio abanico de soportes.
Son cuatro años en los que un alumno de Bellas Artes trabaja con las manos y la mente en diversas áreas, coquetea con todo tipo de materiales. Una vez sale de las aulas, comienza su particular odisea: ganarse la vida como artista.
La difícil situación que viven cientos de alumnos que se licencian cada año en esta disciplina ante su deseo de integrarse en el mercado laboral no es un hecho aislado. Ocurre con muchas carreras.
Por esta razón, el hecho de que la propia universidad compre algunas de las obras creadas por los estudiantes puede significar dar el gran salto al complejo y fascinante mundo del arte. Iñaki Ría es una joven promesa que ha visto cómo la universidad se ha hecho con una de sus obras, la escultura-fotografía llamada Bolsa para el absoluto. 'Aunque es un paso importante, lo que me supuso en su momento fue dinero. Es significativo para empezar, pero ni mucho menos algo definitivo', aclara.
Este joven orduñés es consciente de la situación privilegiada en la que se encuentra. Su nombre ha figurado durante el pasado año en el escaparate de la sala Rekalde en Bilbao y ha ganado premios dentro y fuera del País Vasco. 'El camino es duro, además en la universidad debería haber una asignatura llamada 'usted se va a la calle, búsquese la vida'. Nadie te dice cuáles son tus derechos, cómo hacer un dossier o qué puedes exigir en un determinado momento. Salir a la calle es muy difícil, es una competición abierta', recalca.
Por su parte, Nerea Legarreta, en la actualidad profesora del departamento de dibujo en la facultad de Bellas Artes de la universidad pública vasca y antigua alumna, valora como una mera anécdota que la universidad comprara una de sus obras cuando estaba en el quinto curso de carrera. 'En principio fue un reconocimiento, más tarde una gratificación, pero no hay que olvidar que la obra en sí no es artística porque el alumno aún no es un artista. Quizá sea un especialista en arte. Lo otro viene después con el tiempo y con una enorme cantidad de trabajo', señala.
Proyectos y no obras
Una posición más crítica es la que mantiene otro antiguo alumno de la facultad de Bellas Artes que logró que la Universidad del País Vasco adquiriera su obra. Se trata del ya consagrado Ibón Aranberri, quien ha presentado numerosas exposiciones y figura entre los más importantes artistas vascos.
Fue en 1994 cuando la facultad seleccionó una de sus esculturas y la compró. 'Por muy crucial que pueda ser el reconocimiento de la obra en los comienzos, no estoy seguro de si ésta es una manera de ayudar al artista joven. Creo que deberían apoyarse proyectos y no tanto el objeto revalorizable que responde a la idea del arte de tiempos pasados', reflexiona Aranberri.
Y es que aunque el arte ha evolucionado con el paso del tiempo, parece que la vida de los jóvenes artistas que abandonan el que ha sido su taller de aprendizaje durante cuatro años sigue siendo hoy tan ardua como ayer.
Las obras audiovisuales buscan su lugar
'Es muy probable que la colección que se ha ido conformando desde hace ocho años se haya revalorizado'. Las palabras del vicedecano de Extensión Cultural de la facultad de Bellas Artes de la UPV, Javier Moreno, pronunciadas en el amplio y cómodo despacho decanal, demuestran la confianza en la labor de los artistas que han dejado una de sus obras como recuerdo de su paso en la universidad. 'Si hiciéramos un repaso de los autores seleccionados en las ocho convocatorias, descubriríamos a muchos nombres conocidos en el ámbito del arte, que han expuesto en salas importantes, que han presentado sus trabajos en la feria de Arco... El 90% de los artistas que se mueve en el País Vasco ha salido de aquí. Se puede decir que somos un vivero de empresas de arte', asegura el decano de Bellas Artes, Ander González. Por ello, y también por continuar con la labor de apoyo a los artistas emergentes, la UPV, tanto en el campus de Vizcaya como en el de Álava, mantendrá este concurso. No obstante, y según el vicerrector de Extensión Cultural, Leonardo Lorente, es posible que el procedimiento sea modificado. 'Estamos intentando cambiar las bases del concurso. La razón es que en el arte, como en otros campos, hay cosechas buenas y cosechas malas. Hasta ahora, no podíamos declararlo desierto y creemos que no debe seguir así. Tenemos que comprar sólo lo más interesante y no marcarnos una obligación anual de compra que puede hacer bajar el listón de nuestro patrimonio', advierte. De cualquier modo, a juicio de Ander González, de Javier Moreno y de la directora de Extensión Cultural del campus de Álava, Begoña Aguiriano, la calidad de los trabajos elegidos es, en líneas generales, 'buena'. 'Es una muestra representativa del trabajo que estamos realizando y del nivel y las tendencias de nuestros alumnos', comentan. No obstante, tanto el decano como el vicedecano de la facultad de Bellas Artes consideran que también se debería tener muy en cuenta la cada vez mayor relevancia de lo audiovisual en la producción y creación artística. 'Se echa de menos que no se ofrezca una salida para las soluciones más vanguardistas. Por eso, queremos solicitar la creación de dos convocatorias paralelas. Por un lado, una más clásica y, por otro, una segunda más audiovisual', reclama el decano de la facultad de Bellas Artes.
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