'Escribo para entender la vida, para entenderme a mí'
Hijo de emigrantes en Suiza que al regreso abrieron una pastelería en la localidad sevillana de Coria del Río, Víctor Manuel Domínguez Calvo (Coria, Sevilla, 1969), estudiante de primer curso de Filología Hispánica, compagina la dura labor del negocio familiar -su jornada laboral comienza a las 5.00 de la mañana- con la poesía. Acaba de ganar el VII Certamen Literario de la Universidad de Sevilla en la modalidad de poesía por su obra Pronombres personales. El jurado estaba formado por los poetas Luis García Montero, Jacobo Cortines y José Manuel López-Cepero.
Pregunta. ¿Qué le impulsó a presentarse al concurso?
Respuesta. Me empujó a la Universidad mi amor por la poesía. Cuando acabé el acceso para mayores de 25 años, me decidí por Hispánicas. No tiene salida ni ná, pero es lo que me gustaba. Este año me he matriculado de tres asignaturas porque no tengo tiempo para más. Reuní los poemas que creí más interesantes y lo dividí [el libro] en tres partes.
P. ¿Por qué se llama Pronombres personales?
R. La primera parte se titula Ellos, que son los recuerdos, la infancia, lo que me rodea, mis paseos por el río... La segunda, Tú, son poemas de amor y desamor, y la tercera es el Yo poético, hecho a vuela pluma todo, donde desbarra uno con más libertad y experimento un poco.
P. ¿Es su primer concurso?
R. Tengo dos premios de pueblos, cosa chiquitita.
P. ¿Qué significa para usted escribir poesía?
R. Siempre la he entendido como un sistema de comunicación especial en el que el creador hace una fotografía a la esencia de las cosas. Un poema va a la emoción, no cuenta una historia como una novela. Pero hay que saber diferenciar las cosas, uno no puede sentirse poeta las 24 horas del día. Yo soy un currante, pero tengo la sensibilidad suficiente para buscar la belleza que todos buscamos. Escribo para entender la vida, para entenderme a mí como observador de la vida, a través de la poesía, de la belleza.
P. ¿Cuál es su preferida?
R. Me gusta la poesía cuanto más simple mejor, que no sea grandilocuente, que llegue al alma. Hay poetas que escriben para poetas y otros para todo el mundo. No me gusta la poesía elitista, sino aquélla que pueda entender mi madre o mi novia, dentro de unos parámetros estéticos. Aunque la poesía es de minorías y siempre lo será. Siempre lo fue. Está fuera del mercantilismo y del comercio, y quizás eso es lo bello. Es lo más extremo de la literatura: donde nacen las vanguardias y se experimenta.
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