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Últimos en reformar las pensiones

Un informe de Merrill Lynch sitúa a España en la cola de Europa para modificar el sistema

La demografía en España va a jugar una mala pasada a los futuros pensionistas, que, de seguir así las cosas, no podrán compararse en cotizaciones, o en prestación, a los actuales, según el análisis que realizan algunos expertos. Uno de ellos, Merrill Lynch, acaba de publicar un barómetro sobre la reforma del sistema de pensiones en Europa en el que España ocupa el último lugar. El barómetro mide los progresos que los países miembros de la Unión Europea han hecho en la reforma de sus sistemas públicos de pensiones mediante nueve indicadores distintos que reflejan la situación actual del sistema, las previsiones futuras, y tienen en cuenta también aspectos económicos como el sistema impositivo, el nivel de deuda del país, el desarrollo de los fondos de pensiones privados y el nivel de vida de los pensionistas. Según el barómetro, y a falta de datos de Grecia y Luxemburgo, España es el país de los Quince que menos ha avanzado en las reformas. Irlanda, el Reino Unido, Holanda y Suecia, ocupan, por este orden, los primeros lugares.

'El barómetro refleja bien el ímpetu y el dinamismo de las distintas reformas, y la de España es baja', dicen Juan Francisco Jimeno y José Antonio Herce, de Fedea. 'Lo último destacable en cuanto a reformas ha sido la ley de 1997, tras el Pacto de Toledo, pero no tuvo efectos cuantitativos relevantes. Si se quiere consolidar el sistema, habría que controlar mucho mejor el gasto a largo plazo'. Según el barómetro, España será el país que más gaste en pensiones en el año 2050 -un 17,7% del PIB frente al 3,9% que gastará el Reino Unido- y el segundo de mayor incremento en el gasto entre el año pasado -cuando el gasto en pensiones suponía el 9,4% del PIB- y 2050, con un aumento del gasto del 88,30%. Esto es fruto, según Merrill Lynch, de la peculiar situación demográfica en España, que presenta el mayor incremento de Europa en el nivel de dependencia de los jubilados. En el año 2050, los mayores de 65 años representarán el 56% de la población en edad de trabajar (de 16 a 64 años), lo que supondrá que, prácticamente, habrá un afiliado por cada pensionista. 'Eso significa', dicen los analistas de Fedea, 'que la mitad del salario del activo, y no el 28,3% como ahora, tendría que ir a financiar la pensión del jubilado'.

'Con las previsiones demográficas, las pensiones tendrán que bajar o las cotizaciones tendrán que subir', dicen Herce y Jimeno, si se quiere mantener el actual nivel. Hoy la pensión media es el 40% del salario medio. Según sus datos, para que en 2050 se mantuviera esa proporción, las cotizaciones tendrían que subir más del 75%, o las pensiones bajar hasta un 25% del salario medio. Ambas cosas complicadas: por cara la primera, y por un empobrecimiento relativo considerable de los pensionistas, la segunda.

El sistema, insisten en Fedea, sufrirá crecientes dificultades financieras, tal y como está hoy montado, a largo plazo. Con las previsiones demográficas, y si no cambiara la legislación actual, una persona que pasara a ser pensionista en 2050 -con 65 años y 35 de cotización- tendría que tener una pensión equivalente al 94% del último salario, y con las previsiones demográficas y el mismo sistema hoy vigente sólo podría ser del 50%.

Según Fedea, las mejoras demográficas que se pudieran registrar en cuanto a tasa de natalidad o llegada de emigrantes no solucionarán la situación. 'La demografía es el problema, no es la solución', dice Herce. Fedea ha hecho sus previsiones calculando un incremento en la tasa de natalidad de 0,3 puntos -del actual 1,2 hijos por mujer a 1,5- y con 150.000 emigrantes al año, y no cree que el sistema se mantenga sin reformas. 'Y eso', añaden, 'que no se han tenido en cuenta sorpresas en materia de esperanza de vida, que en las últimas cuatro décadas ha aumentado en ocho años'.

Cotización mixta

Para Fedea, la reforma del sistema público de pensiones en España debe pasar por la introducción de un sistema mixto, algo parecido a lo que están haciendo los alemanes con carácter voluntario. Según este sistema, parte de las cotizaciones del trabajador seguirían yendo al sistema público de pensiones, basado en el reparto (las cotizaciones de los activos financian las pensiones de los jubilados), y otra parte debería ir a un fondo de pensiones, basado en la capitalización. Es decir, el jubilado recibe esa parte de pensión en función de lo aportado al fondo. Una de las debilidades del sistema, según el informe de Merrill Lynch, es el escaso desarrollo de los fondos privados de pensiones en España, ya que suponen el 3% del PIB, pese a reconocer que se ha producido un rápido crecimiento en los últimos dos años.

Además del sistema mixto, al que según Fedea ya cotizan en el mundo más de 100 millones de trabajadores, Herce y Jimeno consideran que habría que alargar el periodo de cotización para calcular la pensión, por encima de los 15 años actuales. Ambos argumentan que hasta 2015, no aparecerán problemas. 'Pero el sistema español de pensiones contributivas está abocado a una seria insuficiencia financiera a partir de entonces, cuando se acelere el envejecimiento de la población española y se agoten los márgenes de actividad de la misma. Con la actual fórmula de pensiones y cotizaciones, y dados los escenarios económicos y demográficos, el déficit del sistema de reparto español podría llegar a más del 6% del PIB en 2050'.

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