EDF o la liberalización controlada de un mercado
Las inversiones de la eléctrica francesa prueba su apetito internacional
Recientemente, en Davos, ante una platea de ricos y poderosos, el presidente de EDF (Électricité de France), François Roussely, afirmaba estar dispuesto a abrir el mercado francés, antes de que acabe 2001, en un 34%, cuatro puntos por encima de lo que le aconsejaba el Consejo de Estado y de lo que le pedía la Unión Europea. Es más, no descartaba en dar por acabada en 2003 la liberalización de lo que hasta ahora es un mercado cautivo, dos años antes del plazo dado por la UE, aunque lo lógico será que entonces sólo se abra un 42%. 'Dentro de cinco años nuestra parte del mercado francés debiera ser del orden de un 70%', dijo Roussely, quien precisó: 'desde que se inició el proceso de apertura hemos perdido 60 clientes industriales'.
Para EDF se trata de tranquilizar a los competidores, lograr que dejen de acusarla de jugar con ventaja, no en vano el gigante francés es una sociedad estatal con un volumen de negocio de 32.000 millones de euros (5,3 billones de pesetas), 115.000 trabajadores y con importantes beneficios, superiores a los 12.000 millones de euros anuales (casi dos billones de pesetas).
EDF tiene un plan de crecimiento en marcha, que contempla inversiones por valor de 19.000 millones de euros (3,2 billones de pesetas) en los próximos tres años. Según Roussely, 'un 70% de esa cantidad debiera salir de fondos propios', lo que equivale a admitir que EDF está dispuesta a buscar el dinero fuera o a través de la venta de activos no estratégicos, como ciertas inversiones inmobiliarias.
La Bolsa como solución
La Bolsa es la solución, aunque eso no se ha dicho abiertamente, ni se ha precisado la fórmula para abrir a inversores externos algunas de las filiales, sobre todo de EDF International. El endeudamiento de EDF es un inconveniente. Durante muchos años, en realidad desde su nacionalización en 1946, el Estado ha utilizado la caja de EDF siempre que le ha convenido a cambio de hacer la vista gorda sobre esa deuda, la misma que le permitió poner en marcha un gran plan nuclear para garantizar la independencia energética de Francia. El índice de endeudamiento actual ha dividido por tres el que EDF tenía en 1973.
Al finalizar el año 2000, la actividad de EDF fuera de sus fronteras significaba un 18% del total. Roussely ya ha anticipado que ese porcentaje debiera alcanzar el 50% en 2005. El proceso de internacionalización de la sociedad se acelerará de inmediato. Los últimos hitos del mismo son la adquisición del número cuatro de los operadores alemanes, Energie Bade-Wurtemberg (EnBW); del 33% de la sociedad polaca Kogenerajca, un 25% del cual pertenece a EnBW; de un 51% de Demasz y un 27,7% de Edasz, dos de los seis principales grupos eléctricos trabajando en Hungría y que el año pasado conocieron una alza de sus beneficios que roza el 17%; en América Latina, EDF aparece asociada a la estadounidense AES para ampliar su participación en la brasileña Light, que ya alcanza el 64,3%.
La situación geográfica de Francia permite a EDF subastar parte de su red, como la de las interconexiones entre Francia y el Reino Unido o Francia y España. Si EDF ha adquirido centrales eléctricas en el Reino Unido, son 'razones políticas' las que impiden vender centrales nucleares, las mismas que proporcionan entre el 78% y el 94% de la energía que consume Francia, explica el director general de EDF, Loc Coperan. EDF envía a otros países entre un 15% y un 20% de su producción. Para vender sus excedentes, la empresa se ha asociado con Dalkia, una filial de Vivendi especializada en climatización y optimización del consumo. Para Dalkia la alianza, que controlan desde su 66%, parece muy beneficiosa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.