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Un informe confirma la extracción ilegal de miles de órganos en el Reino Unido

Isabel Ferrer

El hospital Alder Hey, de Liverpool, el mayor centro pediátrico europeo, se convirtió ayer en un lugar temido por los británicos. Según un informe oficial solicitado por el Gobierno, allí se practicó durante años la extracción ilegal de órganos de niños fallecidos en sus quirófanos hasta almacenar, sin el consentimiento paterno, 2.000 corazones, un elevado número aún por determinar de cerebros y ojos así como 1.500 fetos y 13 cabezas. Uno de sus patólogos, el holandés Dick van Velzen, mintió a familiares y colegas entre 1988 y 1995 para engrosar una colección calificada de grotesca por el ministerio de Sanidad, que ha prometido cambiar las leyes para evitar casos similares.

Aunque el caso de Van Velzen es extremo, ha sido remitido a la policía y el patólogo podría ser procesado por extraer órganos de menores sin permiso, la mayoría de los grandes hospitales universitarios británicos ha hecho lo propio con tejidos, glándulas y órganos de pacientes muertos y destinados a la investigación y también a la venta a laboratorios. Un segundo informe presentado también ayer por Liam Donaldson, portavoz médico del Gobierno, cifraba en más de 100.000 los órganos guardados en Inglaterra a espaldas de los padres. Van Velzen, que debía investigar las causas de la muerte súbita de los recién nacidos en Alder Hey y no progresó en sus trabajos, fue más allá. 'Este especialista mintió a familias y colegas y sustrajo y falsificó historiales médicos para destripar a unos 800 niños y engrosar una macabra colección de órganos que nunca se molestó en analizar', según denunció en la Cámara de los Comunes Alan Milburn, ministro de Sanidad. El patólogo siempre ha mantenido que la falta de fondos entorpeció sus estudios. El Consejo General de la Medicina se reunirá el viernes para decidir si le prohíbe ejercer de nuevo.

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Denuncian a la Sanidad británica por la extracción ilegal de órganos a 2.000 muertos

En su comparecencia ante los Comunes, el ministro de Sanidad lamentó la falta de respeto mostrada por los directivos de Alder Hey -tres han dimitido ya y otros cuatro han sido suspendidos de empleo y sueldo- ante unos padres que enterraron a sus hijos como cáscaras vacías.

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