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Reportaje:ESCUELA DE APRENDICES DE ANDOAIN | ARQUITECTURAS

El hallazgo de dos ingenieros

Contra toda previsión lógica, la arquitectura industrial en el País Vasco no cuenta con un repertorio de obras de interés muy extenso. Es más, la Guía de arquitectura de España, 1920-2000 sólo recoge seis construcciones que se pueden incluir en este campo: la fábrica Piher de Tudela (Navarra), obra del estudio de Bohigas; la fábrica de bebidas Kas en Vitoria, de Fargas/Tous, ciudad en la que se encuentra también el edificio Azol-Gas, de Javier Mozas; y la Unión Farmacéutica Guipuzcoana, de Peña Gantxegi.

Por último, el volumen también cita la escuela de aprendices de la fábrica de herramientas Laborde Hermanos, de Andoain. De este modo, se comprueba cómo los empresarios vascos, pese a su impportancia industrial, no consideraban la calidad arquitectónica como aspecto fundamental de sus iniciativas.

Entre los argumentos que se manejan para explicar esta ausencia constructiva quizás el más convincente sea el menos atractivo por lo prosaico de sus razones: los ingenieros tienen también posibilidad de diseñar edificios industriales; como sus honorarios son más bajos que los de los arquitectos, los empresarios (que siempre siguen con atención el lugar de sus inversiones) optan porque sean los ingenieros quienes diseñen sus fábricas, aún teniendo en cuenta la segura aparición de la monotonía en el acabado final.

De ahí el interés que presenta esta empresa de Andoain. Fueron dos ingenieros industriales, los hermanos Manuel y Enrique Laborde, quienes trazaron los planos de la firma familiar que se dedicaría hasta hace unos lustros a la fabricación de herramientas de calidad. Inspirados por el movimiento racionalista, que entonces apuntaba sus primeros pasos en Europa, conseguirán llevar a cabo una serie de edificaciones que, tras aquel pasado industrial, se van a convertir en el siglo XXI en el parque cultural Martín Ugalde, motivo principal de que los andamios adornen sus fachadas en la actualidad.

Es una de las escasas muestras de arquitectura industrial con cierta calidad que se pueden encontrar en el País Vasco. Situada a la orilla de la N-I, esta edificación, que se comenzó a construir en 1928, tiene su gran aportación en la escuela de aprendices, levantada en 1939, como reflejo de un proyecto en el que, además de explotación industrial, la fábrica se establecía como centro de estudios para los jóvenes de la comarca.

En su momento, la construcción tuvo que llamar la atención de los vecinos de Andoain. Son tres plantas de una marcada horizontalidad, que configuran un edificio situado en un patio en forma de U, que corresponde a las antiguas edificaciones de la fábrica. Los voladizos de todas las plantas son impresionantes y hacen posible el acceso a las terrazas de cada uno de los pisos por una escalera de caracol que se encuentra en el centro de la fachada principal. También hay que destacar las vistas desde la terraza del tercer piso, desde donde se puede otear sin problemas la torre de la iglesia parroquial del pueblo.

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Estas escuelas, que se proyectaron en principio como comedor de obreros, son un reflejo un tanto más acabado de la arquitectura general de la fábrica, caracterizada por la sobriedad y el funcionalismo típicos de la arquitectura racionalista. Como señala Marta Trutxuelo en el artículo Laborde Hermanos: trayectoria histórica de una empresa, publicado por la revista Leyçaur, editada en Andoain: 'Líneas rectas, espacios amplios y funcionales, horizontalidad y sencillez son las notas más significativas de la estructura de los edificios que fueron construyéndose en la empresa'.

El diseño de la obra, en el que también participó el delineante Luis Tolosa, es tan sorprendente para la arquitectura de su época, que figura citado entre las mejores obras de aquel decenio en el libro Arte y artistas vascos de los años 30, donde José Antonio Sanz, autor de la sección de arquitectura, estima que es uno de los edificios más atípicos de ese momento, junto con el Kindergarten de E. Segurola, en Deusto.

En la actualidad, las edificaciones de Laborde Hermanos están ocupadas por distintas empresas e instituciones, que respaldan la recuperación de esta construcción y su conversión en un parque destinado a dar un impulso a la cultura vasca.

Pero también en aquellos años treinta hubo arquitectos que levantaron fábricas que merecen una cita, como la construcción que diseñó Luis Astiazarán para la empresa Sacem en la cercana localidad de Villabona, estimada por su combinación visual de centro de trabajo y templo.

Y ya más recientemente y en ese mismo territorio cabría destacar la nave industrial que resultó finalista en los premios anuales del Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro en 1993. Se trata de una edificación de dos jóvenes madrileños, Beatriz Matos y Alberto Martínez, ubicada en Oñati y caracterizada por una cubierta curva singular donde las haya.

PERFIL

Los hermanos Laborde aunaron el buen gusto a la hora de diseñar su fábrica de herramientas con la preocupación por la formación de aprendices y obreros (son reconocidas sus actividades culturales en Andoain) o sus estudios relacionados con la cultura vasca

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