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Las defensas cuestionan los informes de Idom para Azpiegitura

Jesús Susperregi, arquitecto de la ingeniería Idom, la empresa que sustituyó a Alberto López -procesado en el caso Azpiegitura, supuesta estafa de 571 millones a la Diputación vizcaína- en la dirección de la obra del edificio foral, fue ayer materialmente asaeteado a preguntas por parte de las defensas de los encausados por haber cuestionado la obra realizada por el constructor Iñaki Ereño. Al entrar en los trabajos del edificio, tras rescindir Azpiegitura el contrato con López a finales de 1992, Idom cifró la obra no realizada por Ereño -también procesado en la causa- en 91 millones y recomendó a la propiedad la realización de una nueva cimentación para asegurar el edificio. Para entonces, la segunda campaña de inyecciones químicas para evitar el desplome de los inmuebles colindantes, ya había terminado. 'Concluimos que faltaban elementos en la cimentación y por eso abogamos por el refuerzo' de la misma, señaló.

Susperregi admitió que en los informes que sucesivamente fue realizando la ingeniería puede haber 'datos contradictorios' entre sí, ya que los primeros se realizaron a partir de los datos suministrados por Ereño y por conversaciones con él y, posteriormente, Idom utilizó los informes proporcionados por Labein.

En cualquier caso, el informe definitivo remitido a la propiedad foral, redactado por Idom y firmado por el fallecido ingeniero Miguel Urquijo defendía la necesidad de reforzar la cimentación con 114 micropilotes.

Resultados extrapolados

Las defensas de Ereño, Lopez y del aparejador Enrique Almenara, también procesado, cuestionaron profusamente los informes de Idom, al igual que el perito de la defensa. El letrado del constructor, Ángel Gaminde, puso entre las cuerdas en varias ocasiones a Susperregi, quien tuvo que admitir, por ejemplo, que 'extrapolaron' los resultados de determinados sondeos de Labein para asegurar que en otras zonas de la obra Ereño tampoco había realizado parte de la cimentación (módulos pantalla) o que determinados micropilotes ('el 50%', según Susperregi) no tenían continuidad, con lo que en realidad 'no cumplían' su función de sostener el edificio.

Además, Gaminde preguntó que cómo era posible que de diciembre de 1991 a septiembre de 1992, cuando se aprueba el proyecto definitivo para que el edificio foral albergue la sede de Lantik (informática de la Hacienda foral), no 'existiera proyecto como tal'. La existencia del proyecto es fundamental, porque las certificaciones de la obra realizada se hacen sobre el proyecto presentado. Ello motivo la cuestión de sobre qué proyecto se estaba certificando en ese lapso de tiempo: '¿Sobre el de el edificio CNI, que sólo tenía tres sótanos, o sobre Lantik?'. Este asunto ha sido profusamente planteado por la defensa de López. Susperregi admitió que las certificaciones 'no coincidían con ninguno de los dos'.

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