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Los procesados acusan a un fugitivo de los pagos a la amante de Dumas

Sirven es el antiguo número dos del grupo petrolero, a quien el aparato francés de seguridad ha sido incapaz de encontrar desde que, en 1997, se ausentó de su domicilio en Ginebra. Salvo Dumas, que aún no ha declarado, los demás protagonistas se escudan en el hombre al que se juzga 'en rebeldía'. Esta fue la táctica de Christine Deviers-Joncour, quien el lunes justificó las maravillosas retribuciones recibidas como el fruto de los grandes servicios rendidos a Sirven. Ayer, el presidente del grupo petrolero durante los años cuestionados, Loïk Le Floch-Prigent, declaró que jamás supo de tal contratación y que nunca la necesitó para nada, pero admitió la posibilidad de que la mujer hubiera trabajado realmente para Elf a sus espaldas. ¿Una traición de Sirven?, le preguntaron desde el tribunal; y el ex presidente de Elf contestó: 'Me parece que sí'.

El mismo escudo usó André Tarallo, ex director general de Elf, que firmó el primer contrato a la amante de Dumas. Después de 30 años en el corazón de la empresa, donde se le conocía como el 'señor África' y en cuyo seno trazó una densa red de relaciones con dirigentes de Congo, de Gabón o de Angola, Tarallo justificó el contrato a Deviers-Joncour como un requerimiento de Sirven, que invocó una petición del ministro Dumas.

No hay modo de saber por qué, pero está claro que fue mucho. Según se ha confirmado en el juicio, el primer contrato de la amante de Dumas, suscrito en junio de 1989, comprometió a Elf a pagar a la beneficiaria 55.000 francos mensuales (1.375.000 pesetas) por 'reforzar el equipo encargado de estudiar los planes complementarios de jubilación'. Hubo dos contratos más, uno de 180.000 francos anuales con la filial Elf Impex, desde enero de 1990 a septiembre de 1993, y otro de 40.000 francos mensuales con la filial Elf Aquitaine International, firmado en enero de 1990. Al margen de los contratos se produjeron dos entregas a tanto alzado, una de 14 millones de francos y otra de 45 millones. Con estas liberalidades, que la mujer dispusiera de una tarjeta de crédito con gastos de hasta 100.000 francos por mes (2,5 millones de pesetas) apenas es una bagatela.

La ex amante de Dumas se ha defendido con todo lo que estaba a su alcance. Firmante de un par de libros, uno de ellos de rotundo título -La puta de la República-, ha venido presentándose como víctima de un sistema generalizado de corrupción. Existe una página de Internet en el que se describe su 'combate' contra 'la injusticia' que supone haber servido de 'fusible' de un sistema corrupto y en la que se pide apoyo para la actual lucha por la verdad de una mujer independizada 'de los hombres'.

Uno de los que declararon ayer, André Tarallo, describió la compra del piso de 425 millones de pesetas para ella como un 'motivo de cachondeo' para los directivos de Elf; deposición que hizo aparecer alguna lágrima en el rostro de la así aludida. Hasta la presidenta del tribunal, Sophie Portier, se mostró irónica: la amante de Dumas sostuvo que sus empleadores (Elf) le exigían constantemente que fuera a ver al ministro, y la presidenta del tribunal comentó si también le pedían que lo hiciera cuerpo a cuerpo...

En este ambiente, Dumas, procesado por 'complicidad y encubrimiento del abuso de bienes sociales', se mantiene imperturbable. Hoy debería ser su día en la sala de audiencia. Ayer, Dumas hizo una breve declaración a France Presse: 'Estoy muy tranquilo. El fiscal ha afirmado que yo nunca cambié de opinión sobre el asunto de las fragatas [vendidas a Taiwan], a pesar de las afirmaciones mentirosas de cierto número de gacetillas. En cuanto al resto, me siento muy tranquilo'. Las dificultades judiciales para arrojar luz ilustran las causas verdaderamente enredadas: las comisiones pagadas por la adquisición de la refinería alemana Leuna y de la compañía española Ertoil, entre otras.

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