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BIOLOGÍA | Parásitos

Una investigadora española describe un paso básico en la infección por malaria

'Para vencer al enemigo hay que conocerlo bien'. Así responde la bióloga Ana Rodríguez cuando se le pregunta acerca de la malaria. Para esta madrileña de 35 años, actualmente en la Universidad de Nueva York, se están empezando a dar pasos decisivos en la lucha contra una enfermedad que cada año cuenta sus víctimas mortales por millones en todo el mundo. Uno de ellos, aunque todavía muy lejos en cuanto a una posible aplicación, es el que ha dado casi por casualidad y acaba de publicar en Science. Un vídeo archivado diez años atrás le ha permitido describir, por vez primera, cómo el parásito de la malaria alcanza el hígado perforando, literalmente, la membrana de varias células hepatícas antes de provocar la infección. Ésta es también la primera vez que se describe este mecanismo para un microorganismo, ya sea parásito, virus o bacteria.

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El vídeo en cuestión, relata Rodríguez, fue filmado tiempo atrás por el científico, hoy ya prácticamente jubilado. Entonces, al parecer, nadie dio relevancia a lo que en él se observaba. Un esporozoito de malaria, una de las muy diversas fases del parásito liberado bajo la piel por la picadura del mosquito anofeles entraba y salía de una célula del hígado sin cambiar de forma. ¿Perforaba realmente la membrana y volvía a salir o se trataba de un simple efecto óptico? Vanderberg no tuvo forma de comprobarlo.

El azar quiso que el vídeo cayera en manos de la portuguesa María Mota, investigadora en la Universidad de Nueva York, y que lo mostrara a Rodríguez, especializada en mecanismos de reparación de la membrana celular. Prepararon el experimento y no tardaron en ver los resultados. 'Lo vimos a la primera', recuerda. Los esporozoitos atraviesan literalmente la membrana celular de las células hepáticas para instalarse en ellas. Pero sólo temporalmente. Al poco tiempo vuelven a salir perforando de nuevo la membrana. Lo hacen así, de media, con hasta cuatro células. Al llegar a la quinta, el esporozoito se replica, es decir, se multiplica, provoca la muerte de la célula y se libera en el torrente sanguíneo. Empieza entonces a manifestarse la infección por malaria.

Interrogantes

El mecanismo descrito por Rodríguez y Mota abre numerosos interrogantes. 'Ahora sabemos qué ocurre pero no cómo', dice. Esto que ahora se supone, a la vista de los experimentos realizados in vitro por Rodríguez es que el plasmodio es capaz de atravesar sin mayor problema las membranas de las células que salen a su paso en el camino desde donde picó el mosquito hasta el hígado. Y que, una vez ahí, selecciona de algún modo la célula idónea para amplificarse e iniciar la infección.

El cómo atraviesa las células o selecciona la adecuada podría resultar básico no sólo para el conocimiento de la enfermedad, sino también para el desarrollo de algún fármaco o vacuna eficaz. La lógica dice que el parásito podría adquirir 'algo' a lo largo de su trayecto que activara el mecanismo de replicación. O, por el contrario, que alguna célula tenga en su membrana un receptor específico, algo así como una señal bioquímica, que 'le invite' a entrar y a desencadenar el proceso. Sea lo que sea que necesite el parásito para romper las membranas, 'se encontrará', afirma Rodríguez. Y, llegado el momento, al menos en teoría, se podrá diseñar una droga que inhiba este paso y evite la infección 'desde el primer momento', añade.

Lo que está claro, lamenta la investigadora española, es 'lo poco que se sabe sobre malaria'. Los estudios realizados hasta la fecha se centran mayoritariamente en el análisis del plasmodio en sangre, que es cuando el parásito desencadena la patología. Aunque se conoce su trayecto desde hace años, apenas se sabe nada de lo que ocurre cuando alcanza el hígado, el paso previo a la aparición de la enfermedad. Para Rodríguez, eso tiene cierta lógica. 'Siempre se ha buscado de forma muy aplicada, y un tanto a ciegas, cómo luchar contra la enfermedad y apenas se ha profundizado en sus mecanismos íntimos'. La fase en hígado del plasmodio podría ser una de las claves para lograrlo.

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