Estrategia equivocada
La actitud de los populares andaluces, negando la evidencia del éxito de la movilización del pasado sábado en Algeciras, en la que se reclamaba de forma contundente la marcha del submarino Tireless de Gibraltar, sin duda que les pasará factura esta semana. La falta de imaginación a la hora de diseñar una estrategia mínimamente seria con la que afrontar el PP este difícil trance puede que, al final, le cueste más de lo debido, al tiempo que saca a la luz pública la parálisis que afecta actualmente a esta formación política.
Tratar de simplificar la masiva respuesta popular que tuvo esta movilización de protesta al señalar que era todo un mitin del PSOE, o el lamentable espectáculo de la desinformación que protagonizó el delegado del Gobierno en Andalucía, José Torres Hurtado, ofreciendo a la desesperada datos falsos sobre el grado de participación, vienen a señalar, cuando menos, la carencia de una dirección política clara que diseñe respuestas concretas sobre las que fraguar un discurso propio aquí en Andalucía.
Por eso, no es de extrañar que en estos mismos días surjan abiertamente voces de crítica desde dentro de esta organización, sobre todo de aquéllos que han tenido que soportar la presión ciudadana de una forma más cercana, como ocurre con los populares campogibraltareños, escandalizados como están con los gestos que tuvieron sus dirigentes días antes de la manifestación, cargados de improvisación y nerviosismo, denunciando más accidentes con submarinos nucleares en Gibraltar basándose en informaciones procedentes de la antes cuestionada Greenpeace, o arrojando dudas sobre la honestidad de integrantes de la plataforma ciudadana convocante de las movilizaciones.
Pero el problema no ha acabado aquí. El sumergible sigue anclado en la Roca y esta semana puede que observemos cómo el primer ministro gibraltareño, Peter Caruana, ofrece incluso más resistencia a que se inicie su reparación que el presidente español, José María Aznar. No obstante, los convocantes de la protesta deben ser ahora cautos al administrar las rentas de la excelente respuesta popular que tuvo la iniciativa, para no desvirtuar este movimiento ciudadano y conseguir así finalmente la marcha de la nave averiada.
Izquierda Unida quiere aprovechar la inercia del movimiento surgido para ampliar sus objetivos y reclamar un acuerdo de todos los partidos políticos con el fin de reivindicar una Andalucía desnuclearizada. Para ello ha fijado una cita con las distintas fuerzas en el Parlamento andaluz. Como Manuel Chaves se descuide un poco en esta deriva antinuclear surgida con el Tireless, es posible que le veamos la próxima primavera encabezando también la manifestación contra la Base de Rota, ahora que se ha dado luz verde por parte del Gobierno central para su ampliación.
Un hecho, por lo demás, que vuelve a poner de manifiesto la considerable servidumbre militar de Andalucía, sin apenas compensación alguna, y la carencia de las explicaciones necesarias sobre los planes que el Ministerio de Defensa tiene para con esta comunidad. Ahí está, sin ir más lejos, la actitud de este departamento con respecto al destino final del Hospital Militar de Sevilla, puesto a la venta al mejor postor, cuando en Cataluña, con un centro similar, llegaron a un acuerdo con la Administración autonómica para incorporarlo a su red sanitaria, sin desembolsos extraordinarios de recursos públicos.
En el plano político, conviene igualmente estar atentos estos días a cómo el PP va a sacar el lógico provecho de la alcaldía de la localidad de Almuñécar, fruto del pacto suscrito en su día con los socialistas sometidos a trámite de expulsión, para evitar que caiga este puesto en manos andalucistas. Tras la pérdida de la alcaldía de la capital, Almuñécar se va a convertir en una plataforma extraordinaria de los populares granadinos, algo que al final le va a costar bastante caro a los socialistas en esta comarca.
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