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VISTO / OÍDO
Columna
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¡Que viene Bush!

Hoy Bush será presidente y Aznar habrá recibido un refuerzo moral, una lección más de que tiene que ser beligerante de su propia beligerancia. En todas las cruzadas pendientes. Bush intenta reponer el país de antes de Roosevelt: el gran esfuerzo de su Partido Republicano -qué pena de nombre- es conseguir volver al capitalismo anterior al new deal, que tampoco era el paraíso del proletariado, pero a ellos les parecía rojo. Truman, Eisenhower, Nixon, Reagan, Bush padre, hicieron mucho, pero aún faltan remates: supresión de la medicina gratuita, de la merienda en el colegio público -sustituida por un crucifijo y una oración por América-, del subsidio del paro, que incita a la gente a no trabajar: y al fondo, la pena de muerte. No tan al fondo: si Bush es el gobernador que más la ha aplicado, su jefatura de Estado podrá aumentar los cumplimientos y, desde luego, dejar sin juego a los abolicionistas.

Y algunos añadidos decorativos: reducir o negar el aborto, segregar a los homosexuales. Y menos negros, por favor. Con uno de secretario de Exterior basta. Pero ¡vaya negro! Destruyó Irak, donde aún se muere de plutonio y de uranio, y de hambre y enfermedades naturales además de las raras. Porque quisieron tocar nuestro Kuwait, donde el último referéndum niega el voto a la mujer. Detalles para conocer el mundo. Brave new world, decía Huxley. Hay todavía residuos de Roosevelt que hay que eliminar y volver a la idea de los ricos con los ricos, los pobres con los pobres. Y siendo así, es lógico que la riqueza vaya más a los ricos y la pobreza más a los pobres: no se va a trastocar el orden natural. Y es natural porque hasta los contrarios lo respetan.

El reverendo Jackson, demócrata, defensor de derechos humanos, líder de la raza negra, se retira porque se le ha descubierto una hija natural. ¿Qué tendrá que ver? Un problema personal con su mujer y la otra, con sus hijos, no pasa de eso: dirigir la revolución tranquila de los negros, seguir a Luther King es cuestión absolutamente distinta. Así nos tienen envenenados con su moral, sus condenadas apariencias religiosas, su sociedad: un hombre libre ayuda a unos hombres libres, se va avergonzado. Aprenden más del malo que del bueno: de Bush que de Clinton y sus felaciones y su semen en los guardarropas de las becarias: ni se le ocurrió moverse de su trabajo y se defendió como un blanco. Es una de las cosas positivas que deja hoy, al irse.

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