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Reportaje:

Un atraco en mal momento

Un hombre que intentó robar en una gasolinera de Fuenlabrada fue detenido por dos policías que pararon a repostar

Julián Barco Guerrero, fuenlabreño de 35 años, llegó solo, a las 8.30 del martes, a la gasolinera La Avanzada, de la calle de Leganés, 62, en Fuenlabrada. El empleado de la caja de la estación de servicio, David González, de 26 años, ya le había visto otras veces. Era el hombre flaco y alto -Barco mide 1,90- que desde hacía unos seis meses pasaba de cuando en cuando por la estación de servicio para llenar el depósito del Audi 200 de color azul metalizado que conducía, propiedad de su compañera sentimental, una rubia de ojos azules.

Pero esta vez Barco Guerrero no venía a repostar combustible. Dejó el coche en un aparcamiento situado a unos 50 metros de la tienda de la gasolinera. Bajo su abrigo largo, de color grisáceo, escondía una escopeta de caza de cañones superpuestos que había recortado, igual que la culata, con una sierra.

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El hombre delgado cruzó caminando por la zona de surtidores y entró en la tienda. La puerta automática de entrada se abrió a su paso. No saludó. Tampoco levantó sospechas.

Varios clientes hacían cola ante la caja registradora. Barco comenzó a dar vueltas por la tienda. A pesar de lo temprano de la hora, abrió una de las neveras, sacó una lata de cerveza, la abrió y echó un trago. El hombre del abrigo gris siguió dando vueltas por la tienda, esperando a que la cola avanzara, hasta que la mayoría de los clientes abandonó el local.

Entonces, David, el cajero, le preguntó qué quería. Barco se acercó al mostrador. Se abrió el abrigo, sacó la recortada y encañonó al empleado. '¡Dame el dinero de la caja!'. Lo dijo serio, aparentemente tranquilo. David obedeció, según explicaba ayer aún con el susto metido en el cuerpo. Cogió el cajón del dinero, lo sacó de la caja registradora y lo puso sobre el mostrador. '¡Dame los billetes en la mano!'. Barco no quería despistarse y dejar de encañonar a David. El cajero recogió los diferentes billetes y se los entregó. Había unas 45.000 pesetas. 'Esto es poco dinero. ¡Dame más! ¡Dame las monedas!', le espetó Barco. En ese momento entró un cliente en la gasolinera. Barco le encañonó y le exigió la cartera. Dos clientes más corrieron la misma suerte.

En pleno atraco, David se percató de que una patrulla uniformada del Cuerpo Nacional de Policía aparcaba su furgoneta junto al surtidor número 6 de la gasolinera. No movió un músculo, pero comenzó a recoger las monedas más despacio.

Los dos policías se apearon del vehículo. Uno de ellos se dirigió hacia la manguera para repostar combustible. El otro caminó hacia la tienda de la gasolinera para pagar. Llevaba la tarjeta de crédito en la mano.

David no dejaba de mirar al agente que se acercaba, temiendo lo peor. 'Tenía miedo de que el atracador le viera antes de entrar en la tienda. Pensé que me podía tomar como rehén o que me iba a disparar', afirmaba ayer.

Sin dejar de mirar al agente que caminaba en dirección a la puerta de la gasolinera, David pudo ver por el rabillo del ojo otra escena que se desarrollaba en el interior de la estación de servicio. Un joven, situado a espaldas del atracador, hacía señas, a través del cristal, al uniformado que se aproximaba. El que hacía las señas era un policía municipal de Madrid, que iba de paisano. 'Levantó el pulgar y estiró el índice de una mano, en un gesto típico que simula una pistola', explicó David. El policía nacional que iba a entrar en la estación de servicio captó el mensaje y desenfundó su revólver, del calibre 38.

El cajero tendió la mano llena de monedas al atracador. '¡Mételas en una bolsa!', gritó Barco. En ese momento el policía nacional entró en la tienda y apuntó con su pistola a la cabeza del ladrón. 'Suelta la escopeta o te pego un tiro', amenazó. El agente local de paisano aprovechó el momento para lanzarse sobre el atracador y quitarle la chata Barco no tenía escapatoria y soltó la recortada. Allí mismo, contra el estante de los chicles, los dos agentes le esposaron y lo sacaron por la puerta. Derecho a la comisaría.

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