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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Puestos de Reyes en la Gran Via

Hace ocho años, la edad de mis hijos gemelos, que acudo en vísperas de Reyes a la Gran Via de Barcelona para comprar jugetes en los populares tenderetes de la feria allí instalada. Siempre hemos disfrutado mi mujer y yo no sólo adquiriendo los regalos de la noche de Reyes, sino también paseando y viendo el ambiente, que considerábamos de lo más simpático y enrollado. Pues bien, para nosotros se ha acabado la visita a la feria.

Este año volvimos a recorrer los tenderetes y adquirimos juguetes. Ya desde el principio comentamos que nos parecía en general un poco menos bonito que los años anteriores, incluso algo cutre, por usar una expresión que todos comprenderán. Había muchas casetas de juguetes de ínfima calidad, productos deteriorados, cajas polvorientas. Pero lo peor fue el increíble baile de precios. Sólo diré que posteriormente, visto lo que nos decepcionó la feria de la Gran Via, fuimos a El Corte Inglés de la plaza de Catalunya y los precios de los mismos juguetes eran sustancialmente más baratos. Se supone que la feria de la Gran Via es una opción popular, con cierto marchamo antimoda y con las incomodidades de la compra al aire libre -días de frío, además-. ¿Cómo pueden ser más caros los juguetes que en las tiendas céntricas de la ciudad? Pero aún no he explicado lo peor.

En uno de los puestos de golosinas que se intercalan con los de juguetes, mi mujer y yo fuimos colocando en las cestitas al efecto los dulces típicos de Reyes: los cigarrillos de chocolate, las monedas, el carbón de azúcar... A la hora de pagar, la dependienta nos pidió una cifra literalmente astronómica. Le pedimos que repitiera las cuentas, lo que hizo con desagrado, y salió lo mismo. Nos fuimos con la amarga sensación de que no era una cantidad lógica. Y en la siguiente caseta

caseta encontramos los mismos dulces a mitad de precio. Eso no es todo, unos metros más adelante, volvimos a encontrarlos por casi cuatro veces menos. Y no me refiero a productos exóticos, sino a la misma humilde cajita de quesitos de chocolate: pasó de 400 a 125 pesetas. Por supuesto, volví al primer puesto y devolví lo adquirido, todo lo cual había encontrado a precios inferiores en otras casetas. Le dije a la dependienta que no entendía la desproporción y ella me contestó que cada uno era libre de poner los precios que quisiera. Seguramente. Pero una feria de las características de ésa no debería abusar así de su público. Mi mujer y yo quedamos muy decepcionado, nos sentimos engañados. Dedicamos el resto del paseo a comparar precios y ya se convirtió en una broma personal preguntar cuánto costaba la dichosa cajita de quesitos de chocolate (no encontramos ni una sola respuesta igual). Para acabar de redondear nuestra decisión de no volver más a la feria, observamos una escena de lo más deprimente de subasta de una pokedesk, el tan buscado jugete de moda, que se disputaban dos padres. El precio de salida era de 9.000 pesetas y no nos quedamos a ver cuánto alcanzó.-

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