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Cientos de policías buscan a siete presos fugados de una cárcel de máxima seguridad de Tejas

La fuga de siete presos de una prisión de máxima seguridad en Tejas ha creado una verdadera caza al hombre. Centenares de policías peinan varias zonas en las que pueden estar los siete fugados desde hace casi un mes. Las autoridades de Tejas presumen a menudo de su éxito en la captura de presos fugados: de los 275 internos que lograron escaparse de algún centro penitenciario en los últimos 15 años, sólo uno sigue sin aparecer. En Tejas se refieren a esta estadística como la norma de los dos treses: los fugados son capturados habitualmente en un radio de tres millas y en un plazo máximo de tres días.

La fuga tuvo lugar el pasado 13 de diciembre. Los presos se aprovecharon de una situación favorable por su traslado a una zona de la prisión con menor seguridad, a pesar de que los siete cumplían condenas largas por crímenes violentos que incluyen agresiones sexuales y asesinatos. Se les conoce como Los siete de Connally -la prisión de la que escaparon-, liderados por George Rivas, un preso condenado a varias cadenas perpetuas por su largo historial delictivo; durante el juicio que acabó con su carrera criminal, un psicólogo aseguró que Rivas es 'física, mental y moralmente peligroso, y lo seguirá siendo siempre'.

A los expertos del FBI les resulta sumamente extraño que los presos preparasen y llevasen a cabo la fuga en grupo: con personalidades violentas como las suyas es difícil mantener la lealtad que requiere un esfuerzo conjunto. Es todavía más insólito el hecho de que los siete puedan seguir todavía juntos: han cometido varios atracos en lugares relativamente alejados de la prisión de la que se fugaron. La policía calcula que en total llevan encima más de 60 armas de todo tipo, robadas en su mayoría en una gran tienda de deportes. De hecho, fue en ese robo en el que cometieron su peor error. Habían retenido como rehenes a los empleados de la tienda e incluso se habían puesto sus camisas de uniforme para pasar inadvertidos; la casualidad hizo que un antiguo empleado viera a través de las puertas de entrada que los siete llevaban camisas pero no pantalones de uniforme. Llamó a la policía y acudió un agente que falleció acribillado a balazos en un tiroteo en el que quizá también resultó herido uno de los fugados.

'Ahora que han matado a un policía, no tienen nada que perder', dijo un miembro del FBI. Con este crimen, los siete se enfrentarán a condenas a muerte si son capturados.

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