Putin asegura a Schröder que no hay misiles rusos en Kaliningrado
El éxito de la visita privada del canciller alemán Gerhard Schröder con su esposa Doris a Rusia se vio amenazada por dos escándalos: el anuncio del Gobierno ruso de que no pagaría el servicio de la deuda soviética al Club de París correspondiente al primer trimestre de este año y el supuesto reciente emplazamiento de armas nucleares tácticas en Kaliningrado. Pero, a juzgar por los resultados, el presidente Vladímir Putin y Schröeder lograron cumplir el principal objetivo de la visita: estrechar sus lazos personales y dar un nuevo impulso a las relaciones bilaterales.
Naturalmente, no pudieron evitar ni el tema de la deuda ni el nuclear. Con respecto a este último, Putin aseguró que las informaciones aparecidas en la prensa eran 'puras tonterías' y que Rusia no ha instalado armas nucleares tácticas en el enclave de Kaliningrado -ubicado entre Polonia y Lituania y separado del resto de Rusia por territorio lituano y bielorruso- ni piensa hacerlo.
Sobre la deuda heredada de la Unión Soviética, el presidente ruso prometió que su país pagará la deuda porque 'está dispuesto a cumplir con sus obligaciones financieras', pero sin anticipar plazos ni fechas.
El canciller alemán y su esposa fueron recibidos el sábado en el aeropuerto por la primera dama, Ludmila Pútina, que pasó varios años en Alemania Oriental cuando su esposo estaba destinado en ese país como espía, por lo que domina bastante bien la lengua alemana. Ludmila cumplió anteayer los 43 años, acontecimiento que, junto con la Navidad ortodoxa, celebraron antenoche los Putin con los Schröeder.
El programa del canciller parecía más el de un turista que el de un político. El sábado por la tarde paseó con Putin por la plaza Roja, luego fueron al teatro Bolshói a ver el ballet Giselle, después asistieron a la liturgia de Navidad en la catedral de Cristo Redentor y finalizaron la noche con una cena tardía. Fue durante esta cena cuando ambos dirigentes discutieron algunos de los más importantes temas que les preocupan: los planes estadounidenses de desplegar un paraguas nuclear contra misiles balísticos y la billonaria deuda de Rusia al Club de París.
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