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EL 'SÍNDROME DE LOS BALCANES'

Defensa teme que la alarma por la leucemia retraiga a los escasos aspirantes a soldado

Nueve veteranos españoles de los Balcanes se han visto afectados de algún tipo de cáncer

Miguel González

El Ministerio de Defensa se ha visto desbordado por el aluvión de noticias aparecidas en los últimos días sobre enfermedades sufridas por soldados españoles que han estado destinados en los Balcanes. Muchas de ellas carecen de rigor y otras mezclan situaciones heterogéneas, en absoluto comparables. Pero ello no evita que la preocupación se dispare, especialmente entre las familias de los potenciales afectados.

La participación en misiones humanitarias ha sido hasta ahora la mejor tarjeta de presentación de las Fuerzas Armadas y la imagen de soldados españoles en Kosovo o Centroamérica se ha usado profusamente en las campañas publicitarias que, por unos 2.000 millones de pesetas anuales, se vienen realizando para captar a nuevos profesionales. Todo este capital puede dilapidarse en unas semanas si estas operaciones se asocian en la percepción pública a una enfermedad tan terrible como el cáncer.

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Hasta ahora, se sabe que un soldado sevillano de 22 años, Antonio González López, murió en octubre de una leucemia aguda tras haber pasado cinco meses en Macedonia. Además, una compañera de la misma unidad, de 22 años, está en tratamiento por la enfermedad de Hodgkin y un cabo de Artillería de 35 años está hospitalizado en Salamanca por un linfoma de Burkitt. El diario La Nueva España reveló ayer que el legionario gijonés José Luis Martos, de 37 años, falleció en marzo pasado de cáncer tras haber prestado servicio en la localidad bosnia de Mostar como conductor de ambulancia.

La Oficina del Defensor del Soldado, una asociación que presta asistencia legal a los militares, asegura disponer de datos sobre al menos otros cinco militares que estuvieron en los Balcanes y se han visto afectados después por procesos cancerosos, dos de los cuales ya han fallecido: uno de un tumor cerebral y otro de un cáncer de riñón. Sólo uno de estos casos es de leucemia, mientras que los demás se refieren a distintas formas de cáncer, aunque varias afectan también al sistema sanguíneo.

El escándalo desatado a nivel europeo se refiere a la presunta relación de la leucemia con el uso de munición con uranio empobrecido por la aviación de EE UU en los bombardeos de Kosovo y Bosnia. Si los expertos no se atreven a establecer una relación de causa-efecto entre la enfermedad y el armamento, mucho más arriesgado resulta ampliarla a otros tipos de cáncer.

Sin embargo, es cierto que el uranio empobrecido es un elemento radiactivo, aunque de baja intensidad, y sobre todo un potente tóxico. También se sabe que el conflicto dejó fuera de control otros muchos agentes contaminantes, cuyos efectos a largo plazo no es posible evaluar.

Esta polémica le ha llegado a Defensa en un momento crítico. Ya antes de que estallara, la cifra de aspirantes a soldado profesional estaba bajo mínimos. Las Fuerzas Armadas se vieron obligadas el año pasado a convocar casi 57.000 plazas para incrementar su tropa en 17.500 efectivos netos. Y no lo consiguieron.

Si los aspirantes que ahora están en periodo de pruebas firman su compromiso, los ejércitos tendrán en febrero 78.500 soldados y marineros profesionales, 6.500 menos de los que debían tener en diciembre pasado, según los cálculos ministeriales.

Defensa ya ha rebajado a 'unos 100.000' los 110.500 efectivos previstos en el Objetivo de Fuerza Conjunto para 2002. Por debajo de este objetivo de mínimos, el actual modelo de Fuerzas Armadas debería replantearse de cabo a rabo, según advierten los mandos militares.

Teléfono de asistencia

Trillo-Figueroa ha multiplicado sus comparecencias públicas en los últimos días con el objetivo de atajar la bola de nieve. Acudirá este mes al Congreso, cerrado por vacaciones, para intentar tranquilizar con los resultados, todavía parciales, de los análisis que se están haciendo a los 32.000 militares que estuvieron destinados en los Balcanes. Además, su Departamento estudia la posibilidad de poner a disposición de los veteranos y sus familiares un número de teléfono para resolver cualquier duda.

Pero la preocupación se extiende como una mancha de aceite y ahora también los guardias civiles que han prestado servicio en la zona reclaman las mismas garantías que los soldados.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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