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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pulso al Estado

Augusto Pinochet le está echando un pulso al Estado en Chile. Si lo gana, la democracia se resentirá. Resulta esencial que la justicia no ceda terreno ante el ex dictador, dispuesto al desacato para no verse sometido, mañana y pasado, a un examen médico, y al día siguiente, a un eventual interrogatorio por el juez Juan Guzmán, que está siendo sometido a todo tipo de presiones vejatorias por parte de la defensa.

De momento, lo ocurrido con Pinochet desde su detención en Londres ha servido para normalizar la democracia chilena. El Gobierno de Ricardo Lagos no ha cedido a las presiones militares que pedían un punto final a las declaraciones de representantes castrenses en los juzgados y una amnistía total. Por el contrario, aunque el caso que tiene Guzmán entre manos sea el más llamativo, en otras causas han empezado a declarar militares torturadores y asesinos, rompiendo la cadena de silencio que habían mantenido hasta la fecha. Y la Iglesia chilena ha presentado 38 informes sobre detenidos y desaparecidos durante la dictadura.

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Poco a poco, el caso Pinochet ha avanzado, aunque se desconozca su desenlace final. El senador vitalicio ha sido desaforado y la Corte Suprema lo ha considerado acusable. En su fallo, poco antes de navidades, anuló de forma inapelable el procesamiento y la orden de detención dictada por Guzmán contra el ex dictador, pero dejó intacto el fondo de la cuestión al dar al instructor un plazo de veinte días para interrogarle. Tras hacerlo, Guzmán podría volver a procesarle. El juez ha convocado mañana a Pinochet para el examen médico, y el martes, para ser interrogado, decisiones ambas que han recibido el respaldo de la Corte Suprema. Si el octogenario ex presidente, como le recomienda su defensa, se niega a comparecer, Guzmán, amparado en el evidente desacato, tendría vía libre para proceder. Acusado de autor intelectual de 18 secuestros y 57 homicidios en la caravana de la muerte que en los meses posteriores al golpe de Estado de 1973 recorrió el norte de Chile a la caza de opositores al nuevo régimen, Pinochet no es ya intocable.

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