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Reportaje:

El concejal alpinista

Un edil socialista de Bilbao parte hoy hacia Argentina para ascender al Aconcagua en solitario

Naiara Galarraga Gortázar

La mayor de sus tres hijas, de 22 años, le dice que a ver si sienta la cabeza. Pero él sigue en sus trece. Se enganchó al alpinismo antes de que ella naciera y aunque ha cumplido los 48 años, trabaja en Iberdrola y es concejal del Ayuntamiento de Bilbao, no tiene intención de abandonar sus sueños. El de ahora es ascender en solitario los 6.959 metros del Aconcagua. Ya subió esta montaña, la más alta de América, hace dos años. En esta ocasión el reto es mayor, porque subirá por la llamada Vía de los polacos, un camino enteramente de hielo que llega a la cumbre. Raúl Fernández de Arroiabe parte hoy hacia Argentina. Emprende un viaje de un mes que será una especie de realidad virtual que nada tiene que ver con la vida cotidiana de un edil socialista en Euskadi.

Atrás habrán quedado los largos meses de preparativos, las negociaciones con la familia, los ratos arrancados a la comida y al sueño para entrenar en un gimnasio o correr kilómetros y más kilómetros. Siempre con escolta. Y quedan por delante la aclimatación en el desierto chileno de Atacama, el más árido del planeta, donde ascenderá el Licancabur, un volcán que con sus 6.000 metros 'era sagrado para los incas' y la ascensión del pico andino.

El alpinismo entró antes que la política profesional en la vida de Fernández de Arroiabe. Hace dos décadas incluso llegó a plantearse dedicarse profesionalmente a ello, pero echaba de menos otros valores ausentes en el mundo montañero. Alguno de sus compañeros de antaño se dejó la vida en la montaña; otros trabajan hoy para el programa de TVE Al filo de lo imposible.

Uno de los motivos por los que va solo es que la montaña le arrebató a su fiel compañero de cordada. 'Esa figura es muy difícil de sustituir y más si por tu actividad profesional y tu vida familiar no te dedicas día a día al alpinismo', explicaba recientemente en las oficinas del grupo socialista en la casa consistorial. La otra razón es que en soledad 'la experiencia es mucho más intensa, más enriquecedora; cuando pasas miedo, pasas muchísimo más miedo y la euforia es mucho más intensa'.

Fernández de Arroiabe no puede definir con precisión qué impulsa a los alpinistas: 'No sé si somos dependientes de la adrenalina o de las endorfinas o si necesitamos revalidarnos periódicamente ante nosotros mismos y nuestro entorno, porque desde luego ahí arriba no hay nada'. Es más, explica, 'ni siquiera estás en condiciones de disfrutar, te duele la cabeza espantosamente, tienes cierto miedo a sufrir un edema pulmonar o cerebral y todavía te queda toda la bajada'. Frente a quienes sostienen que los montañeros tienen poco apego a la vida, Fernández de Arroiabe asegura que son personas que se aferran a ella, pero a la vida en mayúsculas. 'Es tan fuerte que cuando bajas aprendes a disfrutar los pequeños placeres cotidianos como un café con leche bien hecho, una conversación o la belleza de una mirada, aunque suene pedante'.

Cuando acabe su mandato quiere hollar un ochomil, el Cho Yu. El anuncio ha causado una revolución en su casa.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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