El Mozart más mágico
Al servicio de la obra
La flauta mágica
De Wolfgang Amadeus Mozart. Libreto de Emmanuel Schikaneder. Intérpretes principales: Véronique Gens, Deon van der Walt, Valeria Esposito, Olatz Saitua, Wolfgang Rauch, Reinhard Hagen, Steven Cole, Matthias Hölle, María José Martos, Mireia Pintó y Marcè Obiol. Dirección musical: Bertrand de Billy. Dirección escénica: Joan Font (Comediants). Escenografía, vestuario y artefactos: Joan Guillén. Orquesta Sinfónica y Coro del Teatro del Liceo. Teatro del Liceo. Barcelona, 23 de diciembre.
En mayor o menor medida, las principales producciones operísticas de Mozart tienen todas su magia, pero, sin duda, el Mozart más mágico, valga la redundancia, es el de La flauta mágica, que ahora ha vuelto al teatro del Liceo de Barcelona, con cuyo público mantiene desde hace algunos años una historia de amor que tardó algo en comenzar. Estrenada en Viena en 1791, esta ópera no llegó al Liceo hasta 1925, donde se volvió a representar en 1951. Desde entonces ha figurado en cartel en ocho temporadas distintas, lo cual permite considerarla prácticamente como de repertorio. Y la temporada próxima, aunque fuera de abono, volverá al escenario del coliseo lírico barcelonés.En la presentación de la ópera, el sábado por la noche, la magia de la obra encontró la necesaria colaboración en la sólida dirección musical de Bertrand de Billy, la atractiva producción dirigida por Joan Font, que el Liceo estrenó en el teatro Victoria de Barcelona en junio de 1999, y el solvente y bien conjuntado equipo de cantantes.
Joan Font y Comediants han modificado ligeramente la producción, dadas las diferencias de espacio y equipamiento existentes entre el escenario del teatro Victoria y el del nuevo Liceo. A favor de su presentación en el escenario del Liceo está que el movimiento y los grupos respiran ahora mejor. En contra, que el escenario aparece excesivamente desnudo en algunos pasajes. Pero, en conjunto, sigue siendo un muy buen trabajo, sencillo en su factura, pero que expone la acción con fluidez y poder comunicativo.
En esta ocasión, además, Joan Font y su equipo han tenido la suerte de contar con intérpretes físicamente ideales para sus personajes: hermosos, juveniles y principescos, Pamina y Tamino; galáctica la Reina de la Noche; regordeta Papagena -delicioso su figurín que recuerda a una patata cuando aparenta ser una vieja-; pajaril y muy activo Papageno; con presencia y grave solemnidad Sarastro; hinchado como una bota Monostatos; pétreos los sacerdotes; de aspecto ornitológico las damas; mozartianas las niñas.
Bertrand de Billy también tuvo buena parte del mérito en el éxito de esta versión, porque supo ponerse al servicio de la obra, que no es lo mismo que buscar el lucimiento personal, y lo hizo acertando en el volumen, los tempi (algo vivos), el equilibrio y el estilo, aunque no pudo evitar cierta aspereza del sonido instrumental en algunos pasajes. El coro fue a más a lo largo de la representación, acabando con pujanza y empaste.Entre los numerosos intérpretes hay que destacar en primer lugar la fascinante Pamina, vocal y escénicamente, de la soprano francesa Véronique Gens, que consiguió que se enamoraran del personaje, no sólo Tamino, sino todos los espectadores. También de gran línea y perfecto en el estilo, el Tamino del tenor surafricano Deon van der Walt, a pesar de un ligero traspiés por el enfoque de alguna nota del registro superior. El barítono alemán Wolfgang Rauch, simpático como actor y con buenos medios vocales, hizo un vivaz Papageno, personaje siempre muy agradecido, mientras que el Sarastro del bajo alemán Reinhard Hagen tuvo la oportuna y grave solemnidad.
Del resto del reparto hay que citar la Reina de la Noche de la soprano napolitana Valeria Esposito, fácil en agudos y coloratura, pero con voz pequeña y de escasa proyección. Magníficos el Monostatos del tenor estadounidense Steven Cole (un punto apagado al final de su aria) y el Orador del bajo alemán Matthias Hölle, que encarnará el personaje de Sarastro en el segudo reparto de la obra. Graciosa la Papagena de la soprano bilbaína Olatz Saitua y eficaces y perfectamente integradas en el conjunto las intervenciones de María José Martos, Mireia Pintó, Mercè Obiol, Francisco Vas, Mariano Viñuales y las niñas Júlia Sesé, Anna Maria Altemir y Belén Barnaus.
Al final de la representación, unánimes, prolongadas y entusiastas ovaciones para todos, con un Joan Font físicamente identificado con el sin par Papageno, merced al gorro con cresta que le cedió Wolfgang Rauch, su intérprete en esta representación de la primera ópera en el nuevo Liceo que comparte escenario alternándose con la polémica versión de Calixto Bieito de la ópera de Verdi Un ballo in maschera.
Babelia
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