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Las tierras del pueblo y para el pueblo

El pueblo de Vejer sortea 232 hazas agrícolas entre sus vecinos por el mismo método que en 1580

A la misma hora que rodaban ayer los bombos del sorteo de Navidad en Madrid, otros dos bombos daban vueltas en el antiguo convento de las monjas concepcionistas de Vejer de la Frontera (Cádiz). El sorteo de las llamadas Hazas de Suerte volvió a repartir, como sucede cada cuatro años desde 1580, la renta de 232 parcelas de suelo agrícola entre 3.257 familias. Cada una de ellas recibirá una cantidad anual que oscila entre las 66.000 y las 250.000 pesetas.En un bombo, las tierras; en el otro, los nombres de los vecinos. La Junta de Hazas -presidida por el alcalde de la localidad, Antonio Jesús Verdú (PSOE) y compuesta por los 16 restantes miembros de la corporación y otros 17 representantes de distintos sectores sociales- ofició durante casi tres horas el ritual. Un centenar de vecinos, fundamentalmente mayores, no perdía ojo. La explotación de las tierras, dedicadas al cultivo de la remolacha en su mayoría, recae en los mismos labriegos (llamados asentados) desde hace décadas, pero una parte de la renta que obtienen pasa directamente a los agraciados en el sorteo. Es el caso de Mari Paz Ruiz, de 72 años, a la que ayer le correspondía una haza.

Pese a su edad, no ha entrado en el bombo hasta hace cuatro años, cuando todas las personas incluidas en el padrón anterior habían sido ya agraciadas. Cuando se confeccionó aquel listado, Mari Paz estaba incluida como heredera menor de su madre. "Hace poco me dio un infarto, pero al final me he recuperado y voy a tener la satisfacción de disfrutar una haza en vida. La verdad es que es la ilusión de cualquier vejeriego y yo me he emocionado mucho después de tantos años de ver cómo pasaban los sorteos y no me tocaba", dijo.

No todos los 13.000 habitantes de Vejer entran en el bombo, aunque cada vez hay menos excepciones. El reglamento de la Junta de Hazas ha ido modificándose paulatinamente desde el siglo XVI y se ha adaptado a la realidad social de cada época. A partir de ahora, las parejas de hecho también tienen derecho a probar suerte. También se han producido adaptaciones de carácter administrativo para que la titularidad del suelo -propiedad de la Junta de Hazas- no impida a los agricultores acceder a las ayudas europeas. Hasta 1848 se sorteaba también la explotación de las tierras, pero aquel sistema derivó en subarriendos y subterfugios, lo que aconsejó la adjudicación definitiva a los labriegos. "Este sorteo tiene un profundo significado social en el pueblo, y cada vez tiene mayor realce el valor histórico y social del acontecimiento al tratarse de bienes comunales", explica el alcalde.

Fue en el siglo XIII cuando se optó por arrendar o prestar tierras a los ciudadanos con dos objetivos: fijar la población y comprometer el compromiso de los arrendatarios ante hipotéticos ataques musulmanes. La superficie media de la haza oscila en las 25 fanegas, que es un sistema de medidas medieval y que marca una equivalencia de unos 5.000 metros cuadrados para cada unidad. El día de los Reyes Magos, el 6 de enero, los agraciados recibirán el muerto, que es el anticipo que le entrega cada labriego a cuenta de la renta cuatrienal.

"Este acto tiene un valor simbólico muy importante: es la confirmación de la identidad del vejeriego", dice, orgulloso, el alcalde.

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La Junta de Hazas aún mantiene litigios pendientes. Cada año, ha reclamado al Estado, sin éxito, las 21 hazas que las Cortes Generales concedieron a los hermanos Moret en 1822. Hoy son tierras inundables, posiblemente incluidas en el patrimonio privado de la familia Mora Figueroa, heredera de los Moret. La Junta de Hazas ha decidido contratar a un gabinete jurídico para recuperar ese suelo por la vía judicial. "Es una reclamación simbólica del suelo, quizás tenga eso más valor que la explotación de las tierras, aunque también podrían servir para pastar el ganado", dice el alcalde.

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