Doblete triunfal

Buen ambiente hubo ayer domingo en la novillada final de promoción, que ocurrió en el titulado Palacio de Vistalegre. El público acudió con alegría y ganas de disfrutar del toreo de los novilleros, que, en sus primeros pasos en el planeta de los toros, son la muestra de lo que se está cociendo en tierras de labranza taurina, en otros ámbitos lo llaman cantera. Y hubo, entre la terna de novilleros elegidos para este fin de fiesta, dos chavales de Madrid y provincia que hicieron doblete y alcanzaron triunfalmente la puerta grande, entre los aplausos de los tendidos, partidarios, afición y espectadores en general.Mucho taurino se pudo ver ayer al mediodía en el coso de los carabancheles, amén de ganaderos, toreros en activo y la gente de los medios de comunicación especializada en esto de contar, hacer saber qué ocurre en el círculo tapizado de albero.

Ortega Cano y Curro Vázquez fueron algunos de los toreros que pudieron divisarse en los alrededores de la plaza y en las barreras del funcional y moderno ruedo taurino.

Reyes Ramón fue quien, además de disfrutar del lote más favorable y de terminar por salir a hombros, alcanzó la cota más alta en cuanto a resultados artísticos. Quien realizó los trasteos más armónicos y pisó el ruedo con más firmeza y personalidad. Como en su primero, al que después de saludar de capote con lances de buen trazo, le hizo una faena de muleta que, sobre el pitón derecho, supo cuajar en dos estupendas series de redondos, ligados, interpretados con gusto y empaque. Se echó la muleta a la izquierda nada más comenzar la faena, pero no sería hasta los últimos alientos de su obra que consiguiera una tanda limpia y de aceptable dibujo.

En su segundo, Ramón Reyes hizo un saludo de rodillas, una larga cambiada, y luego toreó a la verónica con su aquel de estética y calor. El trasteo muleteril fue desigual, no siempre hubo la reunión necesaria, pero tomó vuelo otra vez en el toreo en redondo por el pitón derecho, al correr la mano con largura.

Miguel Ángel Cañas puso banderillas a sus dos novillos, siempre fácil y enterado, para encontrar novillo en diferentes terrenos y clavar garapullos con autoridad. Toreó de capa mejor en su segundo, manejable, en lances templaditos a pies juntos, y supo lucirse en quites por chicuelinas y gaoneras. Su primera faena de muleta transcurrió entre achuchones del áspero eral, sus ganas y los enganchones correspondientes. Le dieron una benévola oreja. Y se desquitó en su segunda faena de muleta, al torear con limpieza en series a pies juntos por el pitón izquierdo, y cerrar su labor por molinetes y manoletinas que le fueron reconocidas con aplausos.

Francisco Javier se llevó el peor lote en la novillada matutina. Pudo haber conseguido algún apéndice si hubiera podido aunar acierto y ánimo en la hora suprema de utilizar la espada. En su primero sufrió una aparatosa voltereta en los comienzos de la faena, en la primera prueba de toreo al natural. La res fue aprendiendo y Francisco Javier hubo de sortear dificultades sobre el pitón derecho, para conseguir muletazos sueltos de buen trazo y sobresalir en los pases de pecho templados y largos. En su segundo, sin haber acoplamiento, hubo retazos sueltos de calidad. El percal lo manejó bien en sus lidias respectivas.